¿Qué debemos preguntarnos al hospedar?

 

¿Qué debemos preguntarnos al hospedar?


Lo más natural para mí, es pensar en todos los ajustes e inconvenientes que trae consigo el hospedar; sin embargo, si creo en la Palabra de Dios, creeré también que hay bendición en hacerlo.

La hospitalidad es una característica divina en la cual debemos enfocarnos y procurar practicar. Pedir a Dios que nos ayude a ser como Él, disfrutando poner la vida por otros.

Hoy te invito a pensar en:

¿Qué aspectos debemos EVITAR
al considerar la Hospitalidad?

Hacer esta buena obra para ser vistas por los hombres.  Recordemos que siempre debemos vigilar las intenciones del corazón al hospedar, discernir si se hace para ser visto, admirado y aplaudido por los demás o para mostrar una apariencia de piedad, esa será la “recompensa” (Mt. 23:56:2).

Que el gozo y la satisfacción dependa del número de personas que se hospeda y sirve. Si tu gozo no está en Cristo, sino en lo que “haces por Él o para otros” entonces esa buena obra está en el lugar incorrecto, sin importar cuántas veces la hagas, nunca estarás satisfecha.

Condenar a quien no hospeda. Ro. 12:13 nos menciona sobre la importancia de compartir para las necesidades de otros, es una manera en que como creyentes podemos mostrar el amor; sin embargo, no debemos condenar a aquellos que no lo hacen sino enfocarnos en hacer nuestra parte y animar a los demás a hospedar, pero no condenarlos o pensar que son menos espirituales por no hacerlo.

Poner primero a los huéspedes que a la familia. La Palabra menciona que es agradable delante de Dios primero mostrar piedad para con nuestra propia familia (1 Ti. 5:48) si hay más esfuerzo y entusiasmo en atender huéspedes que a la propia familia, se debe comenzar a poner las prioridades de la vida en orden.

Hacerlo por tradición u obligación. Dios bendice al dador alegre, al abrir las puertas de tu casa y de tu vida a otra persona, estás dando de tu tiempo, dinero y esfuerzo. Si no hospedamos con alegría puede ser que sigamos siendo de ayuda para las personas hospedadas, pero quizá nos quedemos sin la bendición de Dios.




Hacer acepción de personas. Generalmente preferimos a las personas que nos caen bien, que nos son agradables, conocidos, disfrutables. La Palabra elogia cuando nos conducimos fielmente prestando algún servicio a los hermanos, en especial a los desconocidos (3 Jn. 5) esa aclaración me asombra.

Aun queriendo hacer la voluntad de Dios, me doy cuenta de lo inmersa que estoy en esta cultura egocéntrica, tiendo a enfocarme en lo mío y olvidar que hay otras personas a las cuales puedo tener la bendición de atender y servir. Que por temor a equivocarnos no perdamos la bendición de mostrar hospitalidad.

El que en He. 13:2 mencione que no nos olvidemos de la hospitalidad, es porque tendemos a hacerlo (yo reconozco que lo olvido). Quizá como a mí, también te resulte más común o sencillo enfocarte en otro tipo de buenas obras, aun así no debemos olvidar la hospitalidad.

Me pregunto cuántas veces habremos rechazado la oportunidad de hospedar ángeles porque nos ha parecido imposible o poco oportuno en ese momento.

Este pensamiento de John Piper me conmovió en gran manera:

“La gracia es la hospitalidad de Dios dando la bienvenida a pecadores; no por la bondad de ellos, sino por Su gloria. Debemos nuestra vida eterna a la gracia, misma que es la disposición de Dios de glorificar Su libertad, poder y riqueza mostrando hospitalidad al pecador”.

¿Seremos hospitalarias como Él?, ¿buscaremos pretextos para no serlo? o ¿lo haremos mal, a nuestra manera?

Oremos que ante la próxima oportunidad, podamos obrar conforme a Su ejemplo.

Día 24. Toma el Viaje de los 30 días a través del Manifiesto de una Mujer Verdadera y recuerda siempre la importancia de la hospitalidad.

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Brindando hospitalidad a los amigos de tus hijos

 

Brindando hospitalidad
a los amigos de tus hijos


Varias veces, personas me han dicho que soy muy “tonta” al tener continuamente la casa llena de niños, pues prácticamente siempre somos el centro de reunión de vecinos y amigos de nuestros hijos, además de que en otras ocasiones también cuido los niños de amistades que tienen horarios extendidos de trabajo.

Ellos creen que soy “tonta” o que “se aprovechan de mi” por todo el trabajo extra que adquiero al tener más personas en casa (pues es obvio que hay más desorden, gastos, comidas que preparar, limpieza necesaria, atención que dar, etc.).

Me gustaría compartirte que además de ese trabajo extra, esa apertura y acercamiento me ha permitido: la bendición de conocer de cerca a los amigos de mis hijos, involucrarme en sus vidas, amarles, servirles, cocinarles, darles un consejo, orar por y con ellos, invitarlos a actividades Cristocéntricas, abrazarlos y darles un vistazo de cómo es una familia cristiana.

Por otro lado, otros consideran que es algo “lindo” qué hacer, pero me han dicho que no creen poder hacer algo similar ya que ellos no son “tan pacientes”. Si me conocieran bien, sabrían que su percepción no es real. Antes de que tú también imagines algo que no soy y generosamente me regales varios bondadosos adjetivos calificativos (que obviamente no merezco) deja que te aclare que sí me canso,  que no tengo “superpoderes”, que nunca me gusta la condición en la cual queda mi casa luego de que las visitas se van, que no cuento con una persona que me ayude con las tareas domésticas, que sí hay ocasiones en las que preferiría estar sola durmiendo o también socializando con personas de mi edad, que muchas veces me desespero, me irrito, que algunas veces quisiera salir corriendo y otras llorando y te repito: siempre me canso (¡y mucho!). Aun así, créeme: hay gran bendición en hacer esto.


Cada vez que un pequeñito o pequeñita está aquí y puedo escucharle, limpiar sus lágrimas, abrazarle, consolarle, animarle, cuando puedo darme cuenta de lo necesitados que están de amor y atención, me alegra mucho el que sepan que pueden venir a nuestro hogar y que lo vean como un refugio, pero sobre todo quiero apuntarlos a Cristo, el Único Refugio que necesitan.

Esta palabra ha sido de ánimo y aliento para mí, cada vez que precisamente me piden agua ¡y cuando la derraman también! “En verdad os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos hermanos míos, aun a los más pequeños, a mí lo hicisteis.” Mt 25:40.

Quizá no estés en el campo misionero, pero tienes uno en tu hogar, en tu sala, en la cocina, en el frente de tu casa o en tu patio, míralo como lo que es: un campo árido que necesita gotas de amor del Salvador y además como un centro de entrenamiento para tus hijos, en cualquier etapa de vida que estén, para que aprendan a mostrar hospitalidad, a servir, soportar, tolerar, compartir y amar.

Oremos que Dios nos permita aprovechar las oportunidades de bendecir a otros incluso con las incomodidades que se presentan. Seamos un instrumento de gracia para la siguiente generación. Te animo a abrir tu hogar para conocer, amar y servir a los amigos de tus hijos.

Me encantaría escuchar de ti: -Si puedes comparte en los comentarios cómo incluyes e involucras intencionalmente a otras personas en tu vida, podemos aprender unas de otras-

Día 24. Toma el Viaje de los 30 días a través del Manifiesto de una Mujer Verdadera, y sé animada a la hospitalidad.

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Hospitalidad Intencional

 

Hospitalidad Intencional



¿Qué piensas cuando escuchas el término “Hospitalidad Intencional”?

Yo relaciono la palabra intencional con la palabra planeado, premeditado, organizado. Para mí, ser intencional es buscar continuamente oportunidades de algo, hacerlo con propósito, con una meta, procurando que nuestras acciones tengan un objetivo, siendo conscientes, constantes, consistentes.

Como hijas de Dios nuestro objetivo y propósito es “glorificar a Dios y gozar de Él para siempre” en todo lo que hacemos y decimos, ¡qué gran meta! glorificarle siempre con fervor e intencionalidad.

Entonces ¿Qué tiene que ver todo esto con la hospitalidad? Que podemos glorificar a Dios, gozarle y reflejarle, extendiendo Su amor a través de la hospitalidad.

Algo llamó mucho mi atención de este versículo: Contribuyendo para las necesidades de los santos, practicando la hospitalidad. Ro. 12:13 y es que la palabra “practicando” está en presente continuo, es algo que se hace continuamente, y si necesitamos hacer algo repetidamente es porque aún no lo hemos dominado o porque debemos perseguirlo.

No me considero la persona más hospitalaria del mundo, me falta mucho para que sea una actitud común en mi vida, sobre todo estar lista siempre para recibir a otros. Todo esto me parece un enorme reto, aún más en esta etapa de mi vida.

Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados. Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones. 1ª P. 4:8-9.

Ferviente no sólo es ser deliberado, es añadirle gusto, devoción, voluntad, entusiasmo y pasión. ¿Tú también quieres ser así?

Al leer este versículo de Pedro sé que no podré ser hospitalaria fervorosa e intencionalmente por “mis fuerzas y aguerrida voluntad” sino que requeriré la intervención divina. Su perfecto amor será mi estímulo y lo que me motive a hacerlo sin murmuración ni queja.

Debemos anhelar practicar una hospitalidad intencional y sincera, no sólo para tachar un punto en nuestra lista de “requisitos de la vida cristiana” sino que surja naturalmente por amor a los demás, por la vida de Cristo en nosotros.

Reflexiona en algunas ideas para practicar una hospitalidad intencional. Te invito a que miremos a nuestro alrededor y actuemos al respecto, te pregunto:

  • ¿Quiénes están experimentando soledad que pudieras recibirlos para ser un apoyo, compañía y amistad para sus vidas? (abre los ojos y busca a las viudas, huérfanos, madres solteras, estudiantes de intercambio, adultos con el nido vacío, personas que acaban de perder un ser querido, a los nuevos en la iglesia o comunidad) ¿Cómo les harás parte de tu vida?

  • ¿A cuáles no creyentes puedes invitar a tu vida, a tu casa, a tu iglesia para experimentar a Cristo?

  • ¿Con qué personas puedes reunirte para animarles en su vida cristiana?

  • ¿A quién de la próxima generación puedes integrar en tus actividades para enseñarles lo que te ha sido dado?

  • ¿Con quién puedes reunirte para planear juntos actividades de amor, servicio y edificación a otros?

  • ¿A quién pudieras invitar a casa para escucharles, mientras comparten alimentos, aconsejarle en gracia y verdad y luego terminar la noche orando juntos?

 

Ser hospitalario no sólo es abrir tu casa con el fin de ayudar cuando viene tu familia de fuera, o cuando hay un evento y solicitan una recámara extra para dormir. La hospitalidad no sólo es para bendición del huésped, sino que puede ser de enorme bendición para el que abre las puertas de su casa, si discierne los propósitos de Dios al hacerlo.

En la hospitalidad intencional habrá al menos uno que será el receptor de la bendición y el otro que servirá como instrumento de Dios para bendecir, reflejando bondad, favor y gracia.

Ser hospitalario intencionalmente va más allá de las necesidades apremiantes de un hogar o de la necesidad de compañía y esparcimiento, más bien es enfocarnos en los propósitos del reino.

Jamás subestimes una reunión en tu hogar, llena de ferviente amor, oración y propósito. Oremos que Dios nos permita buscar oportunidades de bendición continua e intencionalmente.

Día 24. Toma el Viaje de los 30 días a través del Manifiesto de una Mujer Verdadera y medita sobre hospitalidad intencional.

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¿Por qué rendir cuentas es importante?

 

¿Por qué rendir cuentas es importante?


- “¡Yo solo!”- es una de las primeras frases de “declaración de independencia” de los niños pequeños. Para ser honesta he tenido varios momentos cuando he considerado “conveniente” la idea de no necesitar a otros (sobre todo cuando las cosas se complican), pero es parte de nuestro diseño el que nos necesitemos unos a otros.

Ser independiente quizá te parezca en momentos como una “buena idea”, pero no es una idea bíblica, en realidad somos totalmente dependientes de Dios e interdependientes con las demás personas.  Debemos amarnos unos a otros y eso implica involucrarse. Mt 22:36-40.

En la Palabra encontramos varias razones por las cuales nos necesitamos unos a otros, al ser parte del cuerpo de Cristo todos los miembros son importantes y necesarios, se refiere a nosotros como parte de Él, los miembros de la iglesia tienen una naturaleza complementaria. 1ª Co. 12:27-29.

La iglesia, es una idea que surge en el corazón de Dios para nuestro bien, es ahí donde podemos tener comunión, apoyo, edificación, ánimo, crecimiento, así como sembrar, dar fruto y rendir cuentas a nuestros hermanos.


¿Por qué es importante rendir cuentas y ser parte de
una iglesia, de una comunidad cristiana saludable?

Meditemos en algunos porqués:

  • Todos tenemos cargas y parte de cumplir la ley de Cristo es ayudarnos a llevarlas en humildad. Gl. 6:2-4.

  • Tendemos a olvidar, por ello necesitamos que nos recuerden los caminos de Cristo. 1ª Co. 4:17.

  • Tendemos a imitar, por ello necesitamos tener y ser ejemplos dignos de imitar. Jn. 13:152 Ts. 3:73:91 Ti. 4:12Tit. 2:7.

  • Al orar unos por otros podemos ser sanados. La oración eficaz del justo puede lograr mucho.  Stg. 5:16.

  • No lo sabemos todo, en la multitud de consejeros está la sabiduría, con muchos consejeros se hace la guerra, los planes triunfan, el pueblo no cae y obtenemos victoria. Pr. 15:22Pr. 24:6Pr. 11:14.

  • Nos ayuda a mantenernos humildes, mansos y pacientes, nos entrena en soportarnos unos a otros en amor. Ef. 4:1-2.

  • Es necesario preservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. Ef. 4:3.

  • Así podemos confesar nuestros pecados unos a otros. Stg. 5:16.

  • Todos debemos procurar lo que contribuye a la paz y edificación mutua. Ro 14:1.

  • Así podemos crecer en Cristo, en todos los aspectos, hablando la verdad en amor. Ef. 4:15.

  • Tendemos a cegarnos ante nuestro propio pecado, no es bueno ser sabios en nuestra propia opinión (Pr. 3:7) y es bueno tener alguien sabio que nos confronte. (Pr. 9:8).

  • Necesitamos recibir ayuda en la tentación, es una bendición recibir ánimo en las pruebas y que si uno cae el otro lo levante. Ec. 4:10.

  • Es provechoso para nosotros obedecer y sujetarnos a quienes velan por nuestras almas y permitirles que lo hagan con alegría. Heb. 13:17.

Es muy importante estar fielmente comprometidas en una comunidad cristiana saludable, además de que es muy edificante y gratificante contar con líderes y hermanos en la fe interesados en nuestro crecimiento espiritual. Esto también nos permite usar los dones y talentos que nos han sido otorgados para servir a nuestro prójimo, edificar el Cuerpo de Cristo y cumplir sus propósitos redentores en el mundo. Ro 12:6-8.

Medita en estos aspectos: Espiritualmente, ¿rindes cuentas a alguien?, ¿le facilitas o le dificultas el guiarte?

Si aún no eres parte del cuerpo de Cristo te animo a buscar una iglesia bíblica, acercarte al ministerio de mujeres y pedir ayuda para conocer más de Él, de Su Palabra, de las Buenas Nuevas y aprender de otras que llevan camino recorrido y se encargan de ayudar, aconsejar y predicar con su vida, con su ejemplo.

Si ya eres parte de una iglesia, te invito a expresar tu gratitud a tus líderes y maestros por su siembra en tu vida, es tan sencillo como llenar una tarjeta de agradecimiento, enviar un mensaje de texto, audio o video, orar juntos o comprarles un pequeño detalle. No tienes la menor idea de lo bello y significativo que es esto para animarles en su labor diaria. ¡Espero te animes a hacerlo y pasar a contarnos su reacción!

Necesitamos rendir cuentas, nos necesitamos los unos a los otros.

Día 23. Inicia el Viaje de los 30 días a través del Manifiesto de una Mujer Verdadera, y sé animada a ser parte del cuerpo de Cristo.

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Vigila la puerta de mis labios

 

Vigila la puerta de mis labios



Te aseguro que todas podemos recordar algo malo e hiriente que nos han dicho, así como cuando nos han dicho algo hermoso, lleno de bondad. Y ¿qué hay de lo que nosotras decimos?

Tristemente admito que tengo varios problemas con mi boca. He redundado, ofendido, exagerado, mentido y hablado mal. Según la Biblia ese problema es uno que todos tenemos: Porque todos tropezamos de muchas maneras. Si alguno no tropieza en lo que dice, es un hombre perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo. Stg 3:2. Si también ha sido tu caso, debemos arrepentirnos y enmendarlo.

Hay otras ocasiones en las cuales debería haber hablado y me he quedado callada (por temor, indiferencia, falta de amor). Me resulta evidente que, así como hay errores al hablar, también los hay al callar, reteniendo lo que es debido ya que tenemos poder para hacerlo, por ejemplo al no testificar, instruir, agradecer, edificar o alentar.

Considero que escribir siempre será más sencillo que hablar, porque nos da tiempo de pensar, orar, leer, meditar y sobre todo pedir consejo y ¡editar! Jamás será así cuando hablamos. Al hablar no hay oportunidad de arreglo o edición, sale justo lo que se trae dentro. Por ello es importante rendir a Dios nuestro interior porque de ahí brota todo.

Una vez que soltamos las palabras ¡jamás podremos recuperarlas! Si hay tantos errores en el escribir, ¡imagina cuántos más tendremos al hablar!

Cuando leo “En las muchas palabras no falta pecado; mas el que refrena sus labios es prudente”. Viene a mi mente la estadística de que diariamente las mujeres hablamos más palabras que los hombres: me resulta intimidante ver lo propensa que soy a pecar.

Dios en Su fiel provisión siempre nos ofrece una salida ante la tentación de pecar con nuestra boca, si la Palabra menciona que podemos callar y ser prudentes, es porque es posible. Él nos puede proveer las palabras precisas para ayudar y bendecir o la fortaleza y determinación para guardar silencio en otros casos.


Ha habido ocasiones en las cuales no me siento tan “capaz” de refrenarme, o mejor dicho tan “dispuesta”, es ahí cuando no sólo puedo sino debo clamar a Dios por Su ayuda, por mansedumbre y dominio propio, confiando en que Él responderá; en otras ocasiones será necesario que abra mi boca para animar, agradecer, exhortar, bendecir y adorar, aunque no me sienta con “ganas” de hacerlo. Parte del amar es hablar, orar, amar, involucrarse.

¡Oh, cómo necesitamos hacer esta oración cada día!: “SEÑOR, pon guarda a mi boca; vigila la puerta de mis labios” Sal 141:3. Que cada día lo vivamos bajo Su dirección, dependiendo de Él en cada circunstancia, pues es Él quien lo gobierna todo.

Preguntémonos esto continuamente, para examinar y evaluar nuestra condición:

¿Uso mis palabras para bendición y edificación de otros?

¿Es mi hablar respetuoso? ¿Mis palabras edifican o derrumban? ¿Imparto gracia a quienes me escuchan? (Ef. 4:29-32)

¿Hablo mal de otras personas? (Stg. 4:11) ¿Respeto a los hombres?

¿He dejado a un lado el odio, la ira, la amargura y las malas palabras?

¿Qué siembro en los oídos y corazón de las personas? (Flp. 2.1-4).

¿Están mis palabras sazonadas de honra y honor?

Pudiera resumirlo en esta pregunta: ¿Son mis palabras un reflejo del amor a Dios y al prójimo? Si me dieran una grabación de todo lo que he dicho el último mes, o la última semana, incluso el día de hoy ¿sería la grabación fruto de la templanza, amor y dominio propio o sería efecto de las hormonas, sentimientos y arrebatos?

Sólo Dios en Su infinita misericordia puede llenar nuestra boca de palabras para compartir el Evangelio, palabras que edifiquen, que levanten, que enseñen, animen, instruyan, que agradezcan y bendigan.

¡Por favor perdona nuestros errores y ayúdanos, Señor! Confiamos en ti.

Día 22. Sé animada a través del Viaje de los 30 días a través del Manifiesto de una Mujer Verdadera a hablar con sabiduría.

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Rescatando las virtudes olvidadas

 

Rescatando las virtudes olvidadas

Por: Reyna Orozco Meraz.


Hay virtudes olvidadas, acciones femeninas que son menospreciadas actualmente. La gentileza, dulzura, amor y servicio sacrificial, pureza, ternura, hospitalidad y bondad son dejadas a un lado, entre muchas otras. Algunas de ellas no solamente se han olvidado, sino que se han publicitado como “carentes de importancia”, o como “retrógradas”, “arcaicas” e “irrelevantes”.

Se nos anima a ponernos en el centro de todo, no a Dios y mucho menos a los demás. El mundo ha decidido vivir al revés.

Décadas atrás las mujeres eran entrenadas en virtudes distintivas a su sexo. Te invito a observar los cambios en la sociedad a través de los años, haz preguntas a las ancianas, investiga en diversos medios, presta atención al contraste entre las áreas que han mejorado y en las que hemos sufrido un grave retroceso. Si quieres, vuelves y nos cuentas en los comentarios.

¿Qué significa “virtud”?: La disposición habitual para hacer el bien. Cualidad moral que se considera buena. Cualidad moral general de las personas que practican el bien. Capacidad para producir un efecto determinado, especialmente de carácter positivo.

A la luz de esa definición preguntémonos: ¿Estamos llenas de virtud? ¿tenemos la disposición continua para hacer el bien? ¿somos morales? ¿qué produce nuestra vida? ¿qué efectos generamos a nuestro alrededor? Iré más allá, más que virtud: ¿Buscamos la santidad? Sin ella nadie verá al Señor.

“Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer” Juan 15:5.

Si vivimos la vida que Él diseñó, reflejaremos el amor de Cristo en todo lugar, en cada etapa de la vida, siendo un testimonio vivo de Su amor, permaneciendo en Él y llevando mucho fruto.

Si somos Sus hijas y tenemos Su Palabra, seremos sal y luz, dedicándonos a anunciar y vivir una vida congruente con las virtudes de Aquél que nos llamó. Conscientes de nuestra necesidad de Cristo, de Su gracia y fiel provisión. Necesitamos estar pegadas a la vid.


Busquemos dar gloria al Padre rescatando, viviendo y enseñando esas virtudes que el mundo ridiculiza o considera innecesarias, tales como: la modestia, la castidad, la sumisión, la santidad, la mansedumbre, la humildad, el decoro, el pudor, el servicio generoso, el amor desinteresado, la regla de oro, entre otras.

Nuestro actuar deberá ser siempre producto de nuestra vida interior y no solo una teoría, una fachada o una careta. Nuestras acciones serán juzgadas por Aquel que lo ve todo, incluso nuestras intenciones.  

La pureza en nuestra mente, cuerpo y corazón serán producidas por el Único que puede limpiar del pecado y traer salvación a nuestras vidas: Cristo. La virtud jamás podrá ser producida simplemente por “una decisión tenaz en nuestra carne por llevar cierto tipo de vida”. Lo indispensable es acudir a la fuente, ¡sin Dios estaremos perdidas! Él está lleno de virtud y son Sus virtudes las que debemos anunciar al mundo. (1ª P. 2:9).

Cristo es nuestro Salvador, el que rescata del hoyo nuestra vida y nos ha dado una nueva vida, otra oportunidad. Estemos disponibles a ser un instrumento de Su amor, dispuestas a vivir aquellas virtudes que hemos ignorado u olvidado por indiferencia o por los afanes de la vida y que seamos vasos limpios por fuera y por dentro, en cada pensamiento, motivación y decisiones. Por Su gracia podemos ser quienes jamás hubiéramos sido estando alejadas de Él.

HAZLO PERSONAL: Escribe este pasaje de Romanos 12:9–21 luego observa y encierra todas las acciones concretas que nos da para vivir en virtud y santidad, como Sus hijas. Comparte con nosotras tus pensamientos en los comentarios. ¿Qué virtudes consideras muy importante rescatar y ejemplificar? ¿Cuáles debes recordar más y vivir?,¿Con cuáles áreas luchas más? Oraremos por ti.

El amor sea sin hipocresía; aborreciendo lo malo, aplicándoos a lo bueno.  Sed afectuosos unos con otros con amor fraternal; con honra, daos preferencia unos a otros; no seáis perezosos en lo que requiere diligencia; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor, gozándoos en la esperanza, perseverando en el sufrimiento, dedicados a la oración, contribuyendo para las necesidades de los santos, practicando la hospitalidad. Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis. Gozaos con los que se gozan y llorad con los que lloran. Tened el mismo sentir unos con otros; no seáis altivos en vuestro pensar, sino condescendiendo con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión. Nunca paguéis a nadie mal por mal. Respetad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto de vosotros dependa, estad en paz con todos los hombres. Amados, nunca os venguéis vosotros mismos, sino dad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: Mia es la venganza, yo pagare, dice el Señor.  Pero si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber, porque haciendo esto, carbones encendidos amontonaras sobre su cabeza. No seas vencido por el mal, sino vence con el bien el mal.

Día 21. Te invito a iniciar el Viaje de los 30 días a través del Manifiesto de una Mujer Verdadera, decidir a vivir virtuosamente.

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Mujer: Por gracia de Dios y para Su gloria

 

Mujer: Por gracia de Dios y para Su gloria


Continuamente pienso en las niñas de esta generación, las mujeres del futuro. Soy mamá de una y habiendo tantas otras a quienes amo, es obvio que me interese en sus vidas. Estoy segura que no soy la única. Anhelo que sea nuestra oración el vivir nuestra feminidad en plenitud, abundancia y libertad en Cristo.

Imagino cómo serán sus pensamientos, su entorno y sus decisiones luego de la avalancha de ideas humanistas, post-modernas (aparentemente inofensivas) y otras abiertamente perversas que las persiguen con fuerza. Ideas erróneas por las cuales muchas somos grandemente influenciadas (he compartido antes una parte de mi historia) y que nos alejan del plan del Creador.

Muchas niñas crecerán con mucha confusión sobre su valor e identidad. Algunas vivirán inconformes con su cuerpo, su peso, anhelando operarlo para encajar con el estándar de los medios. Otras serán invitadas a experimentar todo tipo de prácticas inmorales que luego de un breve placer físico sólo les dejarán dolorosas consecuencias: soledad, enfermedades, abandono, enfrentar embarazos solas y peor aún, a muchas también el dolor y las consecuencias de haber recurrido al aborto. Demasiadas problemáticas para intentar mencionarlas todas.

Actualmente hay niñas y jóvenes siendo adoctrinadas con la mentira de que pueden elegir qué sexo o combinación de sexos serán cada día, pues incluso películas “para niños” les repiten que “la biología no importa, cada quien puede ser lo que quiere ser”.

Esta cultura parece tener como objetivo confundir las mentes de las nuevas generaciones sobre su identidad.


Desde el principio la mujer ha tenido la tentación de “ser como Dios”, saberlo y controlarlo todo. Reconocer que no nos hicimos nosotras mismas y que hay un diseño y un llamado más alto para nuestras vidas, requiere humildad. Necesitamos amor, gracia, verdad e interés en las vidas de otras para instruirles.

Siempre habrá un remanente dispuesto a vivir conforme al diseño divino, enfrentando la vida con valor y fe, sabiendo en Quién confiamos y que Él tiene control de todo.

¿Qué pues haremos? ¿Cómo enseñar a la siguiente generación el plan divino para la mujer? Te invito a considerar lo siguiente:

Estudiar sobre nuestro diseño en la Palabra. Puedes iniciar estudiando cada escritura contenida en el Manifiesto de la Mujer Verdadera, no se puede vivir lo que no se conoce, será pues necesario que ahondemos en estos temas para no ser movidas por todo viento de doctrina y confusión actual.

Aceptar nuestra misión de compartir y enseñar a las menores, temas de feminidad bíblica. Te invito a leer la Biblia, Tito 2 y el artículo sobre enseñanza intencional para ser animada en este tema. Todo lo bueno y útil de nuestra vida es el resultado de la gracia inmerecida de Dios derramada sobre nosotras.

Reconocer nuestra dependencia de Cristo. Por más buenos deseos y voluntad que tengamos, ningún plan ni acción serán suficientes sin Su intervención divina. Recordemos que: Jamás podremos vivir en humildad, gratitud, fe y gozo por nuestras propias fuerzas, esto sucederá solamente mediante Su fiel provisión. Al estar conscientes de esta dependencia sabremos que Le necesitamos en nuestro diario vivir, a cada instante.

Modelar el diseño divino. Para equipar, formar e instruir a las nuevas generaciones es necesario modelar cómo luce una mujer bíblica (ellas están expuestas a todo lo contrario en diferentes medios). No significa que seamos perfectas, sino que estaremos dispuestas cada día a aceptar con gozo la voluntad de Dios para nuestras vidas.

Rendirnos a Su voluntad. Rendirnos y ser moldeadas a Su imagen y conforme al plan divino, primeramente. La cultura, nuestros deseos pecaminosos y el engañoso corazón son algunas cosas que nos distraen de la meta suprema: Cristo. La única manera de vivir nuestro diseño como mujeres es estando conscientes de que el plan divino es mejor que nuestros planes.

Orando y clamando. Debemos clamar cada día por Su dirección en los asuntos sencillos de la vida cotidiana, estar dispuestas a rendirnos a Su voluntad antes de proclamar un mensaje que no respalden nuestros hechos. Todo es posible a través de Su poder.

Él es el único que puede capacitarnos para ser las mujeres que planeó que fuéramos.

Día 20. Toma el Viaje de los 30 días a través del Manifiesto de una Mujer Verdadera para estudiar más sobre el diseño y la importancia del género femenino.

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