Silencio

Salmo 83:1. “Oh Dios, no guardes silencio, No calles, oh Dios, ni te estés quieto”
Que tranquilidad para mi es leer que alguien más en la Biblia sintió lo mismo. Sí, a veces siento que Dios prefiere callarse y no decir nada. Es normal sentir desesperación y pedir respuesta cuando la anhelamos. Es válido insistir, preguntar y orar y más cuando le preguntamos al que sabe todas las cosas.
Puede ser que en ocasiones sintamos que el Señor no se mueve cuando “debería hacerlo” quisiéramos un poco de acción y la pedimos, a veces muy amablemente: calmados; en otras ocasiones en total desesperación: a gritos.
Creo que aún en el silencio Dios nos habla y nos quiere decir algo:
…quizá esté tratando de decirme que me calle también y comience a contemplar cómo él va encaminando las cosas hacia un rumbo fijo, definido y planeado previamente por él para que lo camine.
… quizá quiere que comience a confiar más en él y menos en lo que pienso que Él debería de hacer (eso definitivamente es arrogancia).
Sea lo que fuere de mi lista de “quizás”, lo que sí sé es que me está dando la oportunidad de ser agradecida por todo lo que me da y por su plan eterno aún cuando los detalles mínimos no encajen en el momento ya que yo no tengo el panorama global a la vista.


Al voltear atrás en mi vida puedo darme cuenta que cuando Dios ha guardado silencio y aparentemente se ha estado quieto, es cuando más lo he escuchado, cuando más lo he sentido y más cosas me ha enseñado, pues ha sido en esos momentos cuando Él se ha encargado totalmente de mi vida sin que le estorbe mi intervención. Qué paciente ha sido conmigo.


Gracias Jesús por ayudarme a escucharte aún en el silencio, enséñame a confiar en ti plenamente, a recordar a cada momento que tu tienes todo bajo control y eres el que hace girar mi mundo aún cuando parezcas quieto.

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