Recuerdo hace tiempo que cuando salíamos un grupo de amigos y queríamos ponernos de acuerdo para hacer alguna actividad, siempre sucedía lo mismo, sí, se presentaba un extraño efecto: pocos proponían, algunos eran flexibles y aceptaban los acuerdos… y la gran mayoría -se quejaba- de todo y nunca presentaba otras opciones o ideas (quizá por temor a que también fueran criticadas).
Si el tópico a decidir era: “Qué vamos a comer?” se convertía en un campo de batalla… Uno proponía: “Vamos a comer Pizza”
La mayoría se quejaba: “Ay no…pizza ya no…” Le preguntabas entonces qué propones y un SILENCIO enorme…y un “ayyyy no sé!”)
Dos que tres peleaban por “tacos” y así el circulo vicioso y la pérdida de tiempo se presentaba, una y otra vez.
Eso me pone a pensar… Cuántas veces estamos así dentro de nuestra mente?
No nos gusta el plan o la situación que vivimos pero no hacemos nada por cambiarla, nos quejamos de todo, pero no presentamos otras soluciones, otras alternativas… sólo se habla inconformidad y queja. Ni siquiera sabemos lo que queremos, entonces sólo vivimos conforme van saliendo las cosas o nos aguantamos. Peleamos por cosas sin sentido.
La próximamente que me encuentre en un dilema… sobre todo de los que ocurren sólo en la mente, recordaré este efecto y antes de decir quejas, me forzaré a presentar ideas y soluciones.
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