Un día vas a entregar una película al video centro y tu hijo va en el asiento de atrás, amarradito en la sillita para bebés, en eso ves que un niño baja corriendo para arrojar una película al buzón… en tu mente te preguntas: ¡ese niño tan pequeño! ¿cómo será que pueden dejarlo ir sólo?, te preguntas: “¿qué extraño por qué no lo acompañarán su papá/mamá…acaso llevarán mucha prisa?…y te imaginas pocas o muchas historias de su día.
Y de repente un día…un día vives la escena que algunas veces viste, pero esta vez el protagonista es tu pequeño hijo haciendo lo mismo.
JR: Yo me bajo!, yo me bajo! por favor!, yo quiero regresar la película!, yo sí sé arrojarla por el buzón!, papi me dejas? que tiene yo ya estoy grande!, quieren ver cómo yo si puedo!, ¿puedo?
Y obviamente crees que puede, sabes que sabe y quieres ayudarle a sentirse útil e importante. Ese día lo dejas, sin más ir sólo, no lo acompañas, no lo haces por él, sólo lo observas muy de cerca, disfrutas la escena lleves o no prisa, no imaginas la historia, la conoces.
Son de los muy pocos pequeños momentos que te das cuenta que pasos hacia la libertad, responsabilidad y vuelo se están dando…sí, mil cosas pasan por tu mente y te das cuenta que un día será responsable en su totalidad de sus actos y su vida…sin depender de ti. Sabes que será más rápido de lo que te imagines y que necesitas aprovechar el tiempo para dejarlo listo y que eso ocurra en todo el esplendor de la palabra.
Y ahora todo tiene, al menos para ti… sentido, no para los que observan como alguna vez lo hiciste tú desde el estacionamiento.
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