Morir

cruz Ha habido ocasiones en mi vida en las que me he sentido morir. Literalmente.

Ha habido otros momentos y algunas circunstancias en las cuales me he sentido morir. No en un sentido literal, pero sí sensorial.

Esos momentos de tu historia donde tienes un nudo en la garganta que te ahoga, donde las lágrimas salen a torrentes y pareciera que tu corazón está en tu cabeza pues parece estallar y un dolor en la frente y los ojos y las punzadas son tan fuertes que duelen. Ojos totalmente hinchados por llorar y un letargo en todo tu ser. Como si te aplastaran tu corazón, todo tu ser. Como si las fuerzas se hubieran acabado, como si los sueños se extinguieran y no quedara ya nada más para ti.

Extrañamente cuando he sentido morir literalmente, no he querido morir en realidad, por otro lado cuando he querido morir sensorialmente sí he querido morir. ¿Me explico?. El momento llegará, cuando menos lo pensemos.

Sólo una persona que ha atravesado diversas circunstancias adversas, devastadoras, atroces, tristes, demoledoras y sin remedio puede quizá comprender de lo que hablo.

Damos palabras, remedios y panaceas baratas a la gente que sufre, una palmada, una mirada lastimera y un “todo va a estar bien” no parecen ser un gran consuelo y menos una actitud empática. Si no experimentan a Dios jamás obtendrán una solución real.

También he sentido morir cuando alguien que sufre se encuentra en una situación irreparable y no sé qué hacer o decir y todo lo que intente será en vano. Cuando tienen un espíritu muerto y no quieren un nuevo corazón.

Es ahí cuando me doy cuenta que morir no está del todo mal, cuando morimos en vida sabemos que la vida no termina aquí. Cuando nos dolemos y lloramos y sufrimos y pensamos que es el final pero sabemos que no es así tenemos una esperanza. Hasta que me arrancaron el corazón de piedra y me pusieron uno de carne viví.

Honestamente no sé cómo las personas se levantan cada mañana sin Dios, sin fe, sin esperanza. Eso sí es estar muerto en vida.

Lo único que tenga de vida quiero que sea Su vida. Quiero morir a esta carne a mi humanidad y a mi naturaleza pecaminosa. Quiero tener dentro de mi ríos de su agua viva que salten para vida eterna, y para mi vida aquí en la tierra, que me refresquen para continuar, para levantarme cada mañana y sonreír.

Quiero estar bien muerta para todo, menos para Él.

Cuando menos lo espere llegará mi momento de morir corporalmente, pero antes tendré que tener muchas muertes pequeñas, muchos pasos y decisiones y tantas cosas a las cuales debo y quiero renunciar para que Él pueda vivir en mi.

Sí, lo sé, lo he dicho otras veces, pues una vez más, me quiero morir.

Y te invito a hacerlo también.

Romanos 8:6-13 Nueva Versión Internacional (NVI)

6 La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz.7 La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo.8 Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios.
9 Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo.10 Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia.11 Y si el Espíritu de aquel que *levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes.
12 Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa.13 Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán.

2 comentarios:

  1. Gracias por escribir y compartir esto amiga...

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  2. Muy bonita reflexión, me hace pensar en cuanta gente le teme a la muerte corporal, cuando en realidad están muertos en vida por no tener el nuevo nacimiento en Cristo, y los que gracias a la misericordia de Dios y a su gracia salvadora, hemos nacido de nuevo, no debe preocuparnos el día de nuestra muerte física, pues tenemos asegurada la vida eterna. Gracias Reyna.

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