Cuando miro al cielo me doy
cuenta de mi tamaño
comparado con su grandeza.
Cuando levanto mis ojos puedo
darme cuenta que la belleza se encuentra
aún en los momentos de soledad.
Al mirar los árboles sin hojas, y el
cielo nublado me resulta claro y
evidente que la belleza de la vida
existe en todas sus etapas.
La misericordia y fidelidad de Dios
es real en los verdes y soleados pastos
y también en los días fríos,
esos días grises, cuando las hojas se caen...
Todo esto es necesario,
sin los cambios no habría
renovación, ni descanso, ni espacio para
prepararnos para las nuevas hojas,
las nuevas flores, y para disfrutar nuevos frutos
Quizá hoy se mira todo gris, pero el sol viene ya
y con él los colores también.
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