¿Debemos amar a los homosexuales?
Como cristianos ¿debemos amar a los homosexuales?
Si creemos en el señor Jesucristo y que la Biblia es la Palabra de Dios sin error, esta pregunta es fácil de responder, el mismo Señor Jesucristo nos mandó a hacerlo así en el segundo mandamiento y aun lo hizo semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Mateo 22:34-40
34 Entonces los fariseos, oyendo que había hecho callar a los saduceos, se juntaron a una. 35 Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por tentarle, diciendo:36 Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? 37 Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.38 Este es el primero y grande mandamiento. 39 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 40 De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.
Nuestro Señor Jesús dio suficientes muestras de que los pecadores eran sus amigos y de todo aquel quien sigue sus pasos, Él siempre les trató con misericordia.
¿Cómo es que debemos amarles?
En los días actuales, se ha equiparado el amor como la aceptación total de toda clase de ideas y estilos de vida. Como podemos ver durante el ministerio del Señor Jesús, Él nunca amó de esta manera. Su amor era tal por el perdido y el pecador, que siempre los guió al arrepentimiento.
El Señor se negó a condenar a la mujer atrapada en adulterio, pero su instrucción al perdonarla fue “no peques más”.
El Señor Jesús incluso dijo a los fariseos (maestros de la ley), que los pecadores arrepentidos irían delante de ellos al reino de los cielos, porque ellos pretendiendo enseñar a otros, aún no se habían arrepentido de su pecado:
Mateo 21:28-32
28 Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña.29 Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue.30 Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Sí, señor, voy. Y no fue.31 ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: El primero. Jesús les dijo: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios.32 Porque vino a vosotros Juan en camino de justicia, y no le creísteis; pero los publicanos y las rameras le creyeron; y vosotros, viendo esto, no os arrepentisteis después para creerle.
Como podemos ver, y como está escrito explícitamente en Romanos 2, la bondad, paciencia y amor de Dios nos guiarán siempre al arrepentimiento de cualquier tipo de pecado. Un corazón no arrepentido, atesora ira para el día del juicio final. Si en realidad amamos a los pecadores, debemos guiarlos al arrepentimiento y a una relación con Dios.
Romanos 2:4-5
4 ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? 5 Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios,
La otra pregunta que debemos hacernos es:
¿Es la homosexualidad un pecado?
Como el punto de amar al prójimo, si creemos que la Biblia es la palabra de Dios sin error, la Biblia no sólo lo califica como pecado, sino que nos da una grave advertencia contra los que practican tales cosas en la 1a carta de Pablo a los Corintios.
1 Corintios 6:9-11
9 ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, 10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. 11 Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.
El pecado de la homosexualidad no en el único en esta lista y tampoco tiene consecuencias menos fatales que los otros, todos los que tenemos alguno de estos pecados, necesitamos desesperadamente la misericordia de Dios y dudo que haya algún ser humano que al menos alguna vez no haya sido culpable de alguno de ellos. Lo único que va a hacer la diferencia entre la condenación o la vida eterna está en el versículo 11. Todos necesitamos arrepentirnos y creer en el Señor, para que seamos lavados, santificados y justificados.
¿Qué debemos hacer entonces con los homosexuales que se presenten en nuestras iglesias y con el debate de la legalización del matrimonio homosexual?
El homosexual que se presente en la iglesia debe de acogerse y amarse como cualquier otro pecador, pero nunca se debe de aceptar su pecado como correcto, y no debemos de dejar de predicar la necesidad del arrepentimiento, en amor.
Personalmente me ha tocado ver y convivir con homosexuales restaurados, y es una bendición enorme para la gloria de Dios. Así como no aceptaríamos como correctos ninguno de los otros pecados en esta lista (fornicarios, idólatras, adúlteros, ladrones, avaros, borrachos, maldicientes, y estafadores), tampoco podemos aceptar la homosexualidad como correcta.
El no llamarlos al arrepentimiento y a luchar contra su pecado con la gracia de Dios, sería verlos caminar hacia la condenación eterna y animarlos en su camino, en vez de prevenirlos y hacer algo para advertirles las consecuencias de sus decisiones.
Con respecto al debate del así conocido “matrimonio gay”, surge la pregunta si los cristianos deben de pronunciarse a favor, en contra, o permanecer indiferentes. Si seguimos el mismo principio del amor, y sabemos el precio eterno que debe pagarse por el pecado, la actitud de la iglesia en lo individual debe ser igual a nivel sociedad.
Nunca debemos odiar al pecador, pero debemos advertir las consecuencias de no sólo practicar el pecado, sino promoverlo. En Romanos 1, la Biblia da otra fuerte advertencia a quienes den su aprobación para la práctica de pecado y los llama sin entendimiento, indignos de confianza, sin amor, despiadados:
31 sin entendimiento, indignos de confianza, sin amor, despiadados; 32 los cuales, aunque conocen el decreto de Dios que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también dan su aprobación a los que las practican.
Tiene que ser un despiadado, el que ve a su prójimo camino a la muerte y pudiendo hacer algo, no lo hace, si no aprueba su conducta que lo lleva hacia allá.
A la luz de la Palabra, no tenemos otra opción que advertir a nuestros gobernantes y a la sociedad en general de lo que esto representa y las consecuencias que traerá sobre nuestra ciudad, estado, país y el mundo entero. Esto va más allá de los derechos. No sólo se están tolerando pecados como el aborto, la eutanasia y la homosexualidad, sino que se están institucionalizando, y se están estableciendo castigos a quien no apruebe tales decisiones de vida o se atreva a hablar contra ello.
En la Biblia vemos multitud de ocasiones en que los profetas de Israel llamaban a los reyes y personas de autoridad al arrepentimiento, a veces a costa de sus propias vidas. El mismo Juan el bautista recriminó al rey Herodes a costa de su cabeza “No te es lícito tener a la esposa de tu hermano”.
El advertir y hablar en contra de esta tendencia de la sociedad no será bien visto, la mayoría de las personas dirán que somos “retrógradas”, “intolerantes”, “arcaicos”, “religiosos”, “legalistas”, que “odiamos” a los homosexuales, aunque no sea así, y no comprenderán que todo esto es por amor a Dios y a ellos mismos, incluso cuando al hacerlo tengamos que pagar tal vez un precio muy alto.
En estados de la unión americana donde ya se han aprobado este tipo de conductas, han cambiado los libros de texto en las escuelas para enseñar la homosexualidad y otros comportamientos sexuales como “normales” desde la infancia. Se demanda a ministros que no quieren oficiar bodas gay o incluso si hablan sobre los versículos de la Biblia que predican en contra de la práctica homosexual, se demanda a negocios que no quieren ser parte de celebrar este tipo de uniones. Ahora ya aprobado en Estados Unidos como país, esta pudiera ser también la tendencia en otros lugares.
Tal vez como piensan algunos, estas leyes y estas tendencias no se va a poder detener, incluso está escrito en la Biblia que esto pasaría en los postreros tiempos. Aún así, sabemos que Dios nos pedirá cuentas de lo que hicimos y cómo lo enfrentamos.
Como seguidores de Jesús sabemos que valdrá la pena hablar en misericordia, gracia y verdad, aunque se tergiversen nuestras palabras, pues también tenemos una gran promesa:
Mateo 5:11-12
11 Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.12 Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.
Como conclusión, es importante que sepamos amar a nuestro prójimo de la forma en que nuestro Señor Jesús nos enseñó a hacerlo. Debemos amarlos buscando su bien eterno, aun contra su propia voluntad, como lo haríamos con un ser querido que está obstinado en buscar su propia destrucción. Los familiares de un alcohólico o drogadicto no solo lo aceptan tal como es y promueven su estilo de vida. Si lo aman, buscan su restauración.
La homosexualidad es un pecado y debe de tratarse como tal. No como una preferencia o una variación, ya que los que practican éste, como cualquier otro pecado están bajo la ira de Dios, a menos de que se arrepientan y busquen la misericordia de Dios.
El abrazar y aceptar el pecado como correcto delante de Dios no le hace bien a nadie sino todo lo contrario, esto es dirigirse a una muerte espiritual segura. Si soy un ladrón o un cleptómano, una cosa es que confiese mi pecado y busque misericordia, sabiendo que tal vez esto implique el tener que luchar contra mi inclinación a robar durante toda mi vida, como todos lo hacemos con algún pecado, pero otra cosa muy diferente es exigir que se reconozca el robo y la estafa como un oficio legal y que por ley todo mundo esté de acuerdo conmigo en que no hay nada de malo en esto.
Por otro lado, cuando hablemos en contra del pecado de la homosexualidad o contra la legalización del “matrimonio gay”, tengamos cuidado de no hacerlo con una actitud de soberbia como si nosotros estuviésemos libres de pecado. No tengamos la actitud de quienes querían apedrear a la mujer atrapada en adulterio, sino la actitud del apóstol Pablo quien se reconocía como el primero de los pecadores y por lo mismo, invitaba a encontrar misericordia en Jesús.
1 Timoteo 1:15-16
15 Palabra fiel y digna de ser aceptada por todos: Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, entre los cuales yo soy el primero. 16 Sin embargo, por esto hallé misericordia, para que en mí, como el primero, Jesucristo demostrara toda su paciencia como un ejemplo para los que habrían de creer en Él para vida eterna.
Con humildad tratemos de conservar y no cortar nuestra amistad con personas que luchen con este pecado, haciendo esto sin comprometer la verdad bíblica y sin aprobar su estilo de vida. Si es posible, en cuando a nosotros dependa estando en paz con todos (Romanos 12:18). Si Dios nos lo permite, tal vez podamos llevarlos a Jesucristo.
Por último, el amor a nuestra comunidad debe impulsarnos a advertir las consecuencias que siguen a una sociedad que abraza e institucionaliza el pecado en vez de sancionarlo y ofrecer alternativas para salir de él.
Nos encontramos en un mundo caído que cada vez insiste más en llamar a lo bueno malo y a lo malo bueno. Como cristianos sabemos que la única solución es Jesucristo y debemos de seguir extendiendo Su Palabra de amor y perdón aún cuando esto sea cada vez más difícil y el costo sea cada vez mayor. El Señor Jesús nos dio el ejemplo al morir a manos de personas que prefirieron crucificarle antes que aceptar su oferta de gracia y perdón, y sin embargo, lo hizo con el gozo delante de Él, con el propósito de salvar a todo aquel que creyera en Él.
Santiago 5:19-20
19 Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver,20 sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados.
Ejerciendo el derecho de libre decisión, libre albedrío que Dios nos otorgó a todos, finalmente cada quien tomará y dará cuentas por sus propias elecciones.
Seamos fieles a nuestro Señor y por difícil que sea, hablemos la verdad con amor. Y que en Su misericordia, el Señor nos permita llamar a algunos al arrepentimiento, así como nosotros somos llamados también.
Raúl Orozco.
Si te interesa leer más sobre este tema, te recomiendo continuar leyendo este artículo de Mark Dever: ¿Cómo sobrevivir a una crisis cultural?.
Reyna
Gracias a Raúl Orozco, por responder a mis dudas sobre este tema en particular, no dudo que el Señor puso en su corazón hablar de ello pues hay mucha confusión al respecto. Gracias, a Dios sea la gloria. Amén.
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