Ricas en buenas obras

 

Ricas en buenas obras

En una cultura que exalta la comodidad e individualismo, aún hay mujeres ricas en buenas obras, quisiera que pudiéramos clonarlas, pero quizá lo que tenemos que hacer es aprender de ellas, replicar el amor que dan para que otras generaciones también aprendan a amar.

Mi abuela paterna, Eunice, sirvió gran parte de su vida a los desamparados y desnutridos, siempre cocinaba en enormes cantidades y con un sazón increíble. Lo hizo por años en un comedor para niños indígenas que fundaron en la sierra tarahumara, donde eran misioneros, en un área donde sigue habiendo mucha pobreza en mi Estado. Cada día ella preparaba comida para cientos de niños y niñas que caminaban grandes distancias para tener al menos esa comida en sus vientres. Imagina lo cansado que era y la fe que requería cada día.

Yo cocino diario sólo para nosotros que somos una familia de 4 miembros y cada vez que se me ocurre pensar que “es cansado o complicado”, pienso en ella y en cómo Dios suplió cada una de sus necesidades de fuerza y alimento. Ella falleció y está por fin donde ya no hay hambre, tristeza o dolor, en su funeral me compartieron personas (incluso desconocidas para mí, que viajaron de lejos), hermosas historias de cómo ella fue de bendición en sus vidas en tiempos difíciles.

Mi abuela materna, Elvira, tiene un corazón dadivoso y siempre tuvo un hogar de puertas abiertas. Al ser viuda, sabía lo que era la necesidad y el trabajo duro. Tanto dolor no la amargó, sino que la hizo crecer en compasión. Siempre está dispuesta a hospedar. Recuerdo cómo personas de muy bajos recursos la visitaban simplemente para tener qué comer. Aunque no le sobran los medios, está siempre dispuesta a compartir de lo que tiene. Actualmente sigue ayudando y cocinando para otros ancianos que viven cerca de ella, cose mandiles y otras prendas de vestir para regalar y siempre comparte la Palabra de Vida y sus fervorosas oraciones con otros.

Yo podré tener menos años y quizá más fuerza que mis abuelas, pero quisiera mucho más de su actitud, siendo de la generación que valora la independencia y privacidad, necesito pensar e inspirarme en tantas historias y testimonios de ellas, de cómo han sido un rayo de luz, esperanza y fe en la vida de otros.

Mi mamá, Lucila, fue una niña pobre y huérfana que conoció de primera mano las carencias. Ella es conocida por su su arduo trabajo, buenas obras y buen sazón, sobre todo por su gran deseo de ayudar y que nadie sufra hambre. Desde que tengo memoria ha tenido el sueño de tener un comedor dónde alimentar a personas en necesidad, no lo tiene aún, pero el no tenerlo no la ha detenido, ella ha hecho lo mejor que puede con lo que tiene a la mano, caminando, desde su auto, debajo de un árbol, en medio de la tierra y el sol, visitando los refugios y las “casas” de cartón,  compartiendo alimento continuamente y cosas en los lugares más inhóspitos y sucios que te puedas imaginar, invirtiendo de todo, sobre todo tiempo.

Recuerdo que muchas veces cuando alguien tocaba a la puerta a pedir ayuda ella no sólo le daba un paquete de galletas o algo fácil como una lata de alimento, sino que se detenía y le cocinaba, le calentaba y le servía comida. Recuerdo las expresiones en las caras de muchas personas. He visto desde niña su trabajo y enseñanza con niños y adultos pobres y sucios, anhelantes de alimento físico y espiritual. Hasta la fecha ella cocina mucho para todos, recoge donaciones de ropa, alimentos y muchas cosas que le donan para llevarlos a las orillas pobres de mi ciudad y repartirlas también a pequeños poblados más lejos donde hay mucha pobreza y también hace visitas a hospitales de bajos recursos. Ha hecho cosas así desde que tengo memoria, en su cumpleaños prefería regalos en efectivo no para gastarlos en ella, sino para poder ayudar más.

Yo no tengo ni una cuarta parte de su fuerza, iniciativa, entusiasmo o su vigor. Cuando veo todo lo que hace no comprendo cómo puede con tanto trabajo.

Te cuento el ejemplo de estas 3 mujeres muy cercanas a mí, pues no me alcanzaría el espacio para nombrarte también a todas las mujeres con las que convivo que están haciendo tesoros en el cielo: mujeres que enseñan, que sirven, que han adoptado huérfanos, que cocinan para otros y visitan hospitales, que dan clases de música y estudios bíblicos en la cárcel, que dan clases gratis a huérfanos, que aman a los ancianos y a los extranjeros, que están de misiones, que ayudan a las viudas, a madres solteras a mujeres y niños maltratados. Cada quien, desde su esfera de influencia, haciendo lo que Dios les ha puesto por delante.


El legado de estas mujeres es como un altavoz divino que me recuerda lo que es importante. Pudiéramos decir: “es que yo me abrumo con todo eso pues no tengo el don de la misericordia, ni el de la compasión, ni el de dar”, pero en realidad eso sería como decir: no tengo amor para dar. Si tenemos la fuente inagotable del amor, todos podemos hacer algo por la viuda, el huérfano, el necesitado. Podemos hacer algo desde nuestra esfera de influencia. Algunas irán, otras cooperarán con las que van, otras aportarán sus recursos o su voluntariado con los que lo hacen de tiempo completo, pero todas podemos hacer algo. Siempre puedes orar, dar, tener compasión e involucrarte de alguna manera con las personas en necesidad.

¿Acaso no nos gustaría escuchar estas palabras cuando el Rey venga?: “En verdad os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos hermanos míos, aun a los más pequeños, a mí lo hicisteis.” Mt. 25:40

Estamos tan conscientes y enfocadas en nuestras propias necesidades, problemas, carencias, antojos, gustos y expectativas que esto nos impide darnos cuenta de la condición de los demás. A mí me falta mucho para ser rica en buenas obras, definitivamente quiero hacer tesoros en el cielo ¿y tú?

Cuéntame por favor de esas mujeres que te rodean que son ricas en buenas obras, me gustaría que todas nos animáramos al escuchar sus testimonios, que aprendiéramos de ellas y también pudiéramos detenernos a orar por sus vidas. Puedes considerar el compartirle este artículo a una de ellas y agradecerle cómo te ha inspirado a amar y servir a los demás.

DÍA 29. El Viaje de los 30 días a través del Manifiesto de una Mujer Verdadera te anima a dejar el egoísmo a un lado y a considerar a los demás como más importantes.

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Artículo escrito por Reyna Orozco Meraz para el Ministerio Aviva Nuestros Corazones ® www.avivanuestroscorazones.com

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Y ahora ¿qué? Unas semanas después de la Conferencia MV ‘17

 

Y ahora ¿qué? Unas semanas
después de la Conferencia MV ‘17



Unas palabras de ánimo para ti, luego de la Conferencia:

  • ¿Qué habló Dios a tu vida durante los días de búsqueda intensa en la conferencia Mujer Verdadera ‘17?
  • ¿Están tus prioridades en orden o deberás hacer cambios radicales en tu vida cristiana?
  • ¿Qué es aquello a lo que deberás renunciar?
  • ¿En cuál disciplina espiritual debes ejercitarte?
  • ¿Qué compromisos hiciste con el Señor durante esos días?
  • ¿Cómo recordarás ser constante en tu vida devocional?
  • ¿A quién rendirás cuentas o pedirás mentoría?
  • ¿Con quienes compartirás lo aprendido?  

Oremos que ésas y otras preguntas relacionadas nos persigan en los días por venir.
A través de los años, he logrado observar un patrón recurrente después de algún evento cristiano relevante: Los asistentes son expuestos a gran cantidad de información, son tocados profundamente por las conferencias, retados por los temas, admiran la unción de cada ministro, de los conferencistas (quisieran llegar a ser como algunos de ellos), se proponen esforzarse en su vida cristiana, a mejorar en sus disciplinas espirituales, a crecer en la Palabra, en su vida de oración, fortalecer la comunión, sembrar en los demás, y ¡consagrarse más! Lamentablemente en algunas ocasiones, sus intenciones se mantienen... mientras dura el evento.

Bastantes asistentes se emocionan, hacen planes muy ambiciosos para cambiar su vida, ¡todo parece estupendo! Lo triste es que al terminar el evento y regresar a sus lugares de origen, vuelven a sus rutinas y se olvidan de todo aquello. Oremos pidiendo no ser parte de esas estadísticas.

En las Conferencias de Mujer Verdadera, de Aviva Nuestros Corazones, somos expuestas de una manera profunda a la Palabra, saturadas de oración, adoración, comunión.


Presencial o virtualmente nos damos cuenta de que hay miles de mujeres con el mismo objetivo: Buscar a Dios. ¡Y es de esperar que eso nos alegre, motive y entusiasme mucho! Solo pidamos que también PERDURE.

En un evento las ganas, la atención, la adrenalina, la alegría y la pasión al orar, cantar y aprender son sencillas y evidentes, porque haces un esfuerzo consciente de participar. Ahora considera seriamente esto: Al terminar todo, volvemos a nuestra realidad, a nuestros lugares de origen, a nuestros compromisos, luchas, pruebas, dificultades, tentaciones, responsabilidades y demás, ahí, en lo cotidiano, es donde tu fe será probada.

Meditemos en este pasaje de Santiago 1:22-27, en el cual añado énfasis en negritas en unas partes:

Sed hacedores de la palabra y no solamente oidores que se engañan a sí mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra, y no hacedor, es semejante a un hombre que mira su rostro natural en un espejo; pues después de mirarse a sí mismo e irse, inmediatamente se olvida de qué clase de persona es. Pero el que mira atentamente a la ley perfecta, la ley de la libertad, y permanece en ella, no habiéndose vuelto un oidor olvidadizo sino un hacedor eficaz, éste será bienaventurado en lo que hace. Si alguno se cree religioso, pero no refrena su lengua, sino que engaña a su propio corazón, la religión del tal es vana. La religión pura y sin mácula delante de nuestro Dios y Padre es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y guardarse sin mancha del mundo”.

  • Escuchamos bastante en la Conferencia, ahora ¡seamos hacedoras!
  • Vimos nuestra condición real a la luz de la Palabra, ¡no olvidemos quiénes somos y cuánta gracia necesitamos cada día!
  • Oímos tanto, hicimos tantos planes, ¡que no se queden en teoría, vayamos a la acción!
  • Fuimos confrontadas en muchas áreas, ¡acudamos al Padre cada día en busca de Su favor y guía para tomar el camino que debemos seguir!

¡Aferrémonos a Su perfecta ley! Permanezcamos en Él.

Comencemos por lo pequeño, por lo sencillo, por lo que está tan claro en la Biblia, por lo evidente. Por cada cosa que aprendimos. No nos engañemos a nosotras mismas, busquemos amarle y serle fiel.

Guardarnos sin mancha del mundo requerirá TODO de nuestra parte: fe, compromiso, fidelidad e intencionalidad, y a su vez dependemos totalmente de Él.

Qué maravilla que tenemos un Dios fiel, quien comenzó en nosotras la buena obra y la perfeccionará hasta el día de Jesucristo. Él es bueno, constante y fiel.

Por favor, oremos que las semillas que fueron sembradas en nuestras vidas no se queden a la intemperie, sino que caigan en buena tierra, que no queden sin ser alimentadas diariamente con en la Fuente de Vida y expuestas al Sol de justicia.

Antes de olvidarlo todo, de rendirte, de volver a tus viejos hábitos, ponte sobre tus rodillas y clama, está consciente de que en el tiempo de la conferencia estuviste en una especie de “trinchera segura”, aprendiendo, equipándote y ahora vas a la guerra. Sé fuerte, valiente, pues el Señor tu Dios contigo está contigo, permanece alerta, entrenando, aprendiendo, obedeciendo las órdenes de tu Capitán.

La búsqueda de Dios es mucho más que el título de un libro, de un estudio o de una conferencia, es lo único que le dará sentido a la vida, Él es nuestra meta, propósito y destino, a lo que debemos enfocar cada una de nuestras acciones, intenciones y esfuerzos.

La conferencia terminó, pero la búsqueda de Dios jamás. Oremos unas por otras para poder vivir Su diseño, Su voluntad, Su plan.

¡Adelante con valor mujer verdadera!

Con amor, Reyna.

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Compartir el Evangelio es prioridad

 

Compartir el Evangelio es prioridad


Imagina que tienes tu vida perfecta, ésa que siempre soñaste, cómoda, feliz. Estás en una casa cálida, agradable, con tus seres queridos. Todos están sanos y compartiendo buenos momentos.

Mientras tanto, fuera de tu casa, hay un caos terrible, todas las casas de alrededor fueron dañadas por un desastre de proporciones descomunales, que aún sigue afectando a todos en la comunidad. Hay personas llorando por las calles, han perdido sus pertenencias, la mayoría llora la muerte de sus seres queridos. Hay dolor, desesperanza, llanto, hambre y muchas carencias, incluso de lo más básico.
Sales de tu casa, ves la triste situación pero en realidad no le das mucha importancia, tienes otros planes. Te enfocas en continuar con tu agenda en tu «pequeño mundo feliz», porque según tú: de todas formas «casi todo se ha perdido y no hay mucho por hacer». Abres tu auto para que varios de tus amigos saquen la enorme caja con tu nueva pantalla gigante de alta definición para instalar en tu casa. Se disponen a ver un maratón de series y películas, todo sin límite de tiempo y a comer los manjares que prepararon. Obviamente documentan el evento con fotos y selfies en sus redes sociales.

Sí, fuera de tu casa hay problemas muy serios, que van en aumento. Pero esto en realidad no importa mucho pues tú y los tuyos están a salvo, cómodos, entretenidos, satisfechos y descansando.

¿Qué tan patético suena esto? Este ejemplo exagerado suena chocante ¿no es así? Hasta un niño pequeño puede notar el contraste entre las prioridades, la ociosidad y la falta de interés dentro del mismo, lo cual lo hace un ejemplo alarmante.

Pero ¿será que algo de esta ilustración describe parte de nuestra realidad? Quizá no estemos absortas con algún dispositivo, pero ¿qué tal en muchas cosas que se consideran “buenas” que no nos permiten interesarnos e invertir en otros? Quizá sean muchas actividades, intereses, afanes, reuniones, pasatiempos, ejercicios, compromisos o diversión.

¿Qué tan cómodos estamos con nuestro grupo de «amigos cristianos felices» como para integrar a otros que necesitan a Cristo? ¿Qué tan acostumbrados estamos a una rutina de aprender y comer y enfocarnos en crecer espiritualmente pero nunca tomando el tiempo necesario para compartir, sembrar, dar, enseñar o servir a otros?

Como creyentes nuestra vida debe ser un altavoz de las buenas nuevas de salvación.


 ¿En qué momento comenzamos a sentirnos cómodas dentro de una casa segura y un grupo selecto, rodeadas de bendiciones y con tanta abundancia espiritual que nuestro amor por otros se enfría?

Mientras la vida pasa, recordemos que todos a nuestro alrededor necesitan a Cristo. Ese es el desastre del mundo, vivir una vida sin Dios e ir rumbo a una eternidad sin Él. Hay almas que se pierden, hay mucho dolor, necesidades, desesperanza y soledad.

Tenemos no sólo la sugerencia, sino la orden de ir por todo el mundo y predicar el evangelio a toda criatura (Mc. 16:15). ¿Qué pasa? ¿Por qué no la obedecemos constantemente? Algunos pudieran decir que por: miedo, vergüenza, flojera, falta de interés, comodidad, apatía, pero siempre será por falta de compasión y de amor, por no involucrarnos en sus vidas. Yo necesito ese tipo de amor. ¿Y tú? Dios nos ayude y nos dé un corazón como el Suyo para amar a los demás.

Buscar oportunidades para compartir el evangelio de Jesucristo con los inconversos requiere iniciativa e intencionalidad. Yo la quiero tener, quiero dejar el ensimismamiento y ver más allá de mí. No pasemos la vida enfocadas sólo en «seguridad, diversión o comodidad», demos pasos de obediencia, amor y fe para compartir el evangelio con otros.

DÍA 28. Haz el Viaje de los 30 días a través del Manifiesto de una Mujer Verdadera y planea hacerlo y compartirlo con alguien, puede ser el inicio de una conversación donde le compartas el evangelio.

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Disciplínate para la piedad

 

Disciplínate para la piedad



En todos mis años de escuela no recuerdo ni una sola ocasión en la cual se me haya enseñado o instruido sobre la piedad, de hecho, ni siquiera, mencionado. Se me animó a disciplinarme sobre muchas cosas, pero no sobre este aspecto. ¿Y a ti? Afortunadamente existen las familias, y allí podemos promover este tipo de enseñanzas de vida. Lamentablemente muchas familias confían demasiado en que las escuelas harán su trabajo.

Si lees y observas, años atrás se promovía que las mujeres deberían ser exitosas, productivas, relevantes, pero últimamente noto que ni siquiera es tanto eso lo que se promueve, sino que se hace un gran énfasis en que la mujer simplemente haga lo que le plazca, lo que ella considere apropiado porque es fácil, conveniente o le hace “feliz”.

¿Qué sabiduría hay en ello? ¿Dónde queda la piedad si solo hacemos lo que nos apetece? ¿Qué sucede cuando lo que se te “antoja” hacer, es algo que te daña a ti o a los demás?

Pero nada tengas que ver con las fábulas profanas propias de viejas. Más bien disciplínate a ti mismo

para la piedad. 1ª Ti. 4:7

La piedad requiere disciplina, como todo lo que vale la pena.

En un mundo que parece desmoronarse, podemos decidir bien y elegir lo mejor: Disciplinarnos en lo importante, no porque sea fácil o sencillo, sino porque agrada a Dios.

La palabra piedad viene de la palabra latina “pietas”, la forma del sustantivo del adjetivo pius, que significa “devoto o bueno”. La piedad se define como un sentimiento que impulsa al reconocimiento y cumplimiento de todos los deberes, no solo para con Dios, sino también para con los padres, la patria, los parientes, los amigos, para con todo ser humano. Según el diccionario, significa también:

  • Virtud que inspira, por el amor a Dios, tierna devoción a las cosas santas, y, por el amor al prójimo, actos de amor y compasión.
  • Amor entrañable que consagramos a algo o alguien.

Al leer estas definiciones algo me queda claro: si sólo hago lo que me plazca ¿cuándo me enfocaré en deberes para con Dios o para con los demás?, Enfocarnos en nosotras mismas nos sale bastante natural, salir del ensimismamiento y letargo, eso sí que requiere más intencionalidad y carácter.

La piedad es algo que no puedes lograr o producir por ti misma, necesitamos aferrarnos a Dios y Su Palabra para disciplinarnos en ella. Al leer en el versículo “disciplínate” notemos que la palabra en sí denota la parte activa que tenemos en este proceso, activémonos en ello.

Te dejo con estas preguntas a considerar:

  • ¿Cómo te ejercitas para la piedad?
  • ¿Qué características tienen las mujeres piadosas que conoces? ¿Cómo la modelan?
  • ¿De qué mujer mayor estás recibiendo instrucción? ¿Con qué actitud recibes el consejo?
  • ¿A qué mujer joven estás instruyendo, en quién estás sembrando?
  • Si sigues viviendo como lo haces ahora, ¿cuál será tu legado?

Quizá no tengas tantos ejemplos de piedad alrededor de ti, pero puedes pedir al Señor que te transforme en uno.

Te invito a ejercitarte en las disciplinas espirituales, en el ayuno y la oración, la lectura de la Palabra, en cultivar virtud. Ser mujeres de Dios, mujeres de la Palabra, mujeres verdaderas, de carácter piadoso podrá ser difícil y nos costará todo, pero valdrá la pena. También te animo a leer biografías de héroes y heroínas de la fe para que tu vida sea inspirada en ejercitarte en este aspecto tan hermoso sobre la feminidad bíblica.

Me encantaría escuchar de ti lo que has aprendido de mujeres piadosas que haya cerca de ti o las que vayas conociendo en libros; o, sobre cómo planeas invertir en tus hijas y otras mujeres en tu círculo de influencia, porque, aunque esto no se enseñe en las escuelas, nunca es tarde para aprender y enseñar.

Oremos que Dios nos permita dejar un legado de piedad a las siguientes generaciones. 


DÍA 27. Haz el Viaje de los 30 días a través del Manifiesto de una Mujer Verdadera como un ejercicio de aprendizaje y enfocándote en llevar una vida más piadosa.

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¿Por qué no quería tener hijos?

¿Por qué no quería tener hijos?

 



Yo no quería tener hijos. Tenía tantos argumentos para tener esa aversión: miedo a la responsabilidad, a las implicaciones, al futuro. Según yo, nada debería alterar mis planes, porque en mi arrogancia, orgullo y necedad suponía que mis planes eran “los mejores” y tener hijos sólo los alterarían. ¿Recuerdas cuando te conté también ¿por qué no me quería casar?no tienes idea de lo “orgullosa, moderna e inteligente” que me sentía por tener ese par de ideas.

Creo que todo esto comenzó al ser engañada con muchas mentiras que son difundidas sobre la maternidad. Me invade una profunda tristeza el saber que actualmente no son sólo las jóvenes, sino las niñas las que son engañadas y dicen cosas sorprendentes. En una de mis clases una pequeñita dijo: “yo nunca voy a tener hijos”, le siguieron las demás “yo tampoco quiero tener”“Qué horror!” ¡yo menos!”.  

¿De dónde sacaron esas ideas? Del mismo que yo. ¿Qué están viendo o escuchando las niñas hoy en día para opinar así? Observa lo que esta generación ve y escucha y lo sabrás.

¿Qué cree esta generación sobre el tener hijos?

Lo que ahora se publicita sobre los hijos: “Te quitan la libertad, no vale la pena tenerlos pues cuestan mucho, duermes menos, terminan con la intimidad de la pareja, tu vida sexual no vuelve a ser la misma, tu cuerpo se arruina, es mejor viajar por todo el mundo, ellos te hacen incómodo y caro el viajar, es mejor tener una mascota, te impiden superarte y aceptar nuevos retos, es una responsabilidad inconcebible, son sucios, molestos, incomodan, son algo para evitar, no para desear, estorban”.

Conviértete en una observadora y te darás cuenta que estos mensajes son los que sutil y abiertamente películas, series, artículos e incluso la educación moderna difunden sobre los hijos. Analiza ¿son esas ideas completas? El principal problema con estas ideas tan promovidas, es que sólo consideran los deseos egoístas de mi corazón y suponen que, si logro cada uno de ellos, “alcanzaré mi felicidad”. Son este tipo de ideas entre otras, las que hacen que se desvalorice la vida cada vez más y aberraciones como el aborto continúen. Finalmente, “cada quien tiene la libertad de decidir sobre cada tema de su vida”, lo triste es que sólo se nos presente un lado de la moneda y que generalmente sea el más triste y difícil. No es una vida sin hijos el secreto para lograr la felicidad, sino una vida sin Dios lo que debes evitar.

La realidad es que los hijos: son una oportunidad que tenemos para comprender un poco más del corazón de Dios y darnos en servicio y amor desinteresado, sacrificial, nos ayudan a ya no sólo vivir para nosotras mismas. Don del Señor son los hijos; y recompensa es el fruto del vientre. Sal. 127:3. Sí, los hijos son una responsabilidad y trabajo extra, pero también son una gran bendición que puedes disfrutar. Bienaventurado el hombre que de ellos tiene llena su aljaba; no será avergonzado cuando hable con sus enemigos en la puerta. Sal. 127:5 Los hijos son un instrumento para conocer lo mejor y lo peor de ti, tus debilidades y fortalezas y tu gran necesidad de Cristo cada día.


La maternidad es un taller donde Dios forma nuestro corazón conforme al Suyo, al amar sacrificialmente a alguien más. Estoy agradecida por los 2 hijos que Él me permitió tener y ahora me resulta inconcebible haber imaginado una vida “mejor” sin ellos.

El Creador sabe que hay más felicidad y realización cuando compartimos nuestra vida con otros, cuando invertimos nuestra vida en beneficio de alguien más, cuando damos y sembramos. Por eso nos dejó dicho que hay más bienaventuranza al dar que al recibir; que obtendremos mayor crecimiento espiritual, y mayor gozo en esta vida y en la eternidad, si salimos de nosotros mismos y vivimos para los demás. Ser mamá te ayuda a comprender esto de una manera muy profunda. Y sé que no todas podrán ser mamás biológicas, pero sí todas podemos ser madres espirituales, todas podemos dar vida a quienes nos rodean. Los hijos son instrumentos de Dios para formar nuestra vida.

Nadie pudo hacerme cambiar de opinión, sólo Dios puede cambiar un corazón, Él tuvo misericordia de mí y fue el único que pudo transformar también mis anhelos y mi forma de pensar. Ahora, que soy mamá sólo puedo dar gracias por este regalo inmerecido y compartirte un poco de cómo está siendo este proceso, no para decirte que es muy sencillo o para hacerte creer que ser mamá será lo que dará identidad y plenitud a tu vida, porque esto no es así, sólo Cristo puede darte una verdadera identidad. Mi objetivo es animarte a cuestionar los mensajes que escuchas, tus creencias y a que consideres la belleza de abrazar este don divino.

La maternidad me muestra de la manera más ruda, clara y oportuna mi debilidad, ineficacia, inexperiencia, impaciencia, inmadurez, orgullo, egoísmo... sobre todas mis carencias. Y eso es muy bueno pues me hace más dependiente de Dios.


Ser mamá es un centro de entrenamiento perfecto para que comprenda mejor la magnitud del amor de Jesucristo, quien tomó forma de siervo y se entregó por nosotras con un amor puro, sacrificial y sincero.

Cada día quiero aprender y dar más de este tipo de amor. El camino de la maternidad me muestra la evidente gracia, misericordia, favor, provisión, guía y entrenamiento divino para moldear mi carácter, intenciones, prioridades y corazón. Oro que eso también suceda en tu corazón.


DÍA 26. Inicia el Viaje de los 30 días a través del Manifiesto de una Mujer Verdadera  considera la bendición que son los hijos.

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¿Por qué no me quería casar?

 

¿Por qué no me quería casar?



Debo confesarte que mis ideas sobre matrimonio eran todo, menos verdaderas, buenas o bíblicas. Según yo, nunca me iba a casar, simplemente no era uno de mis planes, sueños o aspiraciones. ¿Qué pasó conmigo?, ¿Por qué pensaba así?

Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto. - Ro. 12:2.

Entre más escucho a esta generación, de jóvenes, adolescentes e incluso niñas, me doy cuenta que yo no era la única en pensar eso, cada vez es más común escuchar a mujeres decir: “no me quiero casar”. Pareciera que el sueño de las pequeñas de “encontrar una pareja y ser felices para siempre” ha quedado en el pasado, ahora lo común es escuchar la proclamación: “no necesito a nadie”. ¿Por qué?

Alguna vez te has puesto a pensar ¿qué voces son las que influyen y aconsejan tu definición del matrimonio? Es muy importante plantearnos este tipo de preguntas, ya que nos harán cuestionar cuál es el fundamento en el que estamos colocando nuestras ideas. Las ideas que abrazamos son importantes pues son las que dan forma a nuestra percepción del mundo. Tus creencias repercuten en tu soltería o tu matrimonio.
¿Quién define lo que crees, la Palabra de Dios o la cultura?

Películas, series, libros, opiniones diversas y muchos fracasos matrimoniales a mi alrededor dieron forma a mi definición de matrimonio. Como podrás imaginar, todo eso tuvo unas repercusiones muy fuertes en mi manera de conducirme y opinar sobre el tema. Nunca me percaté de cómo fui adoctrinada sobre ello hasta considerarlo seriamente.

Sabemos que el matrimonio no es la voluntad de Dios para todos, no es la meta, ni lo que define o da sentido a una vida, tampoco la fuente de la felicidad, no es mejor el que se casa que el que se queda soltero, ése no es el punto aquí. El propósito de este artículo no es convencerte de casarte, ni idealizar el matrimonio, lo que intento es invitarte a hacer una pausa y reflexionar en el por qué es cada vez más común que no querer casarse e invitarte a transformar tu pensamiento a la verdad bíblica, también quiero recordarte que el centro de un buen matrimonio es Cristo.

Si también creciste en una cultura rodeada de malos ejemplos matrimoniales, los cuales lucían como algo de lo cual huir, en lugar de algo deseable a lo cual aspirar o respetar, sabes que esto afecta y mucho. Piensa un poco e intenta recordar: ¿Cuándo fue la última vez que escuchaste o viste en una serie, película o medio de comunicación o una pareja casada, que conozcas en persona, que honrara la importancia del pacto matrimonial?Debo confesarte que mis ideas sobre matrimonio eran todo, menos verdaderas, buenas o bíblicas. Según yo, nunca me iba a casar, simplemente no era uno de mis planes, sueños o aspiraciones. ¿Qué pasó conmigo?, ¿Por qué pensaba así?

Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto. - Ro. 12:2.

Entre más escucho a esta generación, de jóvenes, adolescentes e incluso niñas, me doy cuenta que yo no era la única en pensar eso, cada vez es más común escuchar a mujeres decir: “no me quiero casar”. Pareciera que el sueño de las pequeñas de “encontrar una pareja y ser felices para siempre” ha quedado en el pasado, ahora lo común es escuchar la proclamación: “no necesito a nadie”. ¿Por qué?

Alguna vez te has puesto a pensar ¿qué voces son las que influyen y aconsejan tu definición del matrimonio? Es muy importante plantearnos este tipo de preguntas, ya que nos harán cuestionar cuál es el fundamento en el que estamos colocando nuestras ideas. Las ideas que abrazamos son importantes pues son las que dan forma a nuestra percepción del mundo. Tus creencias repercuten en tu soltería o tu matrimonio.
¿Quién define lo que crees, la Palabra de Dios o la cultura?

Películas, series, libros, opiniones diversas y muchos fracasos matrimoniales a mi alrededor dieron forma a mi definición de matrimonio. Como podrás imaginar, todo eso tuvo unas repercusiones muy fuertes en mi manera de conducirme y opinar sobre el tema. Nunca me percaté de cómo fui adoctrinada sobre ello hasta considerarlo seriamente.

Sabemos que el matrimonio no es la voluntad de Dios para todos, no es la meta, ni lo que define o da sentido a una vida, tampoco la fuente de la felicidad, no es mejor el que se casa que el que se queda soltero, ése no es el punto aquí. El propósito de este artículo no es convencerte de casarte, ni idealizar el matrimonio, lo que intento es invitarte a hacer una pausa y reflexionar en el por qué es cada vez más común que no querer casarse e invitarte a transformar tu pensamiento a la verdad bíblica, también quiero recordarte que el centro de un buen matrimonio es Cristo.

Si también creciste en una cultura rodeada de malos ejemplos matrimoniales, los cuales lucían como algo de lo cual huir, en lugar de algo deseable a lo cual aspirar o respetar, sabes que esto afecta y mucho. Piensa un poco e intenta recordar: ¿Cuándo fue la última vez que escuchaste o viste en una serie, película o medio de comunicación o una pareja casada, que conozcas en persona, que honrara la importancia del pacto matrimonial?


Lamentablemente durante mis años de soltería llené mi mente de ideas distorsionadas que promovieron bastante mi aversión hacia el matrimonio, te comparto algunas de ellas:

  • Idealización de la soltería, la idea de que “los solteros son más felices”.
  • Una promoción exagerada y exaltación del ser independiente, en lugar de promover la interdependencia. La idea de que “la soltería es libertad y la libertad es felicidad, el matrimonio te roba eso.”
  • Miedo al estancamiento“Al casarte te estancas, te aburres, amarras, atas”. Es raro que alguien te mencione que el amor crece, aprendes y maduras, que aún eres libre, pero decides y quieres permanecer en él.
  • Promoción de la promiscuidad. La idea de “puedes vivir tu sexualidad, sin ningún compromiso, cuando quieras y con cuantos quieras, no es necesario casarse para hacerlo”. Lo cual ha traído tanto dolor, enfermedades y decadencia social.
  • Difusión del matrimonio como arcaico, innecesario, no deseable, algo de lo que hay que huir, como un “estorbo” (la idea de “el matrimonio es para viejos, no está de moda, ya es cosa del pasado”).
  • El mensaje de no necesitas un hombre para ser mamá, puedes tenerlo sola, por otros medios, o adoptar (como si los hijos fueran accesorios).
  • El materialismo como meta superior (“la idea de que el soltero tiene más y disfruta más”, pues tienes más dinero para ti, para viajar y comprar lo que quieras si eres soltero, que si te casas y formas una familia).

Todo esto, mezclado con las quejas de personas casadas fue la combinación perfecta para no desear casarme, todos los argumentos opacaron lo bueno de compartir la vida con alguien, incluso ni siquiera recordaba ni consideraba que el matrimonio era una idea divina. Sí, el pecado destruye relaciones, ensucia la hermosura del diseño original, pero en Cristo hay gracia, redención y esperanza. Puedes renovar tu mente (Ro.12:2).

El principal problema con estas ideas que son ampliamente promovidas, es que sólo son ciertas si la felicidad se alcanzara al satisfacer el mayor número de deseos egoístas que mi corazón pueda concebir. Pero esto no es cierto en el Evangelio, nuestro Creador que nos conoce mejor, sabe que hay más felicidad y realización al compartir mi vida con otros, al invertir mi vida en beneficio de alguien más, que hay más bienaventuranza al dar que al recibir; que obtendremos mayor crecimiento espiritual, y mayor gozo en esta vida y en la eternidad, si salimos de nosotras mismas y vivimos para los demás. Y para lograr esto, el matrimonio y la familia son un maravilloso instrumento del Señor.


Si eres soltera te invito a observar cautelosamente de dónde viene tu definición de matrimonio y si eres casada te invito a considerar el ejemplo que das con tu vida y recordar la repercusión que tiene en la siguiente generación, trayendo luz, esperanza y vida… o todo lo contrario.


Solteras y casadas, recordemos que: El matrimonio es un pacto digno de honor y respeto, que la Palabra de Dios dicte nuestras ideas sobre el matrimonio, no la cultura.
 

DÍA 25. Hacer el Viaje de los 30 días a través del Manifiesto de una Mujer Verdadera te ayuda a comprender la belleza del pacto matrimonial.

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Artículo escrito por Reyna Orozco Meraz para el Ministerio Aviva Nuestros Corazones ® www.avivanuestroscorazones.com

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