Qué pena! qué vergüenza!, lo relatado en este capítulo sucede muchas veces en la vida real. Sería mejor desaparecer del mapa, esconderse a como dé lugar.
Cuando estamos tan centrados en nosotros mismos todo lo relacionamos y pensamos como “girando” en torno a nuestra persona.
Qué sorpresa se llevó Amán cuando la “gran honra” que recomendó al Rey, sería lo que tendría que otorgar a una de las personas que menos soportaba: Mardoqueo.
Cuando tienes un corazón limpio y nada qué temer también sorpresas te esperan en el camino, pero agradables, no vergonzosas. Cuando actuamos en integridad, haciendo lo que tenemos que hacer independientemente de QUIEN nos vea o QUE NOS OTORGARÁ tarde o temprano, siempre, surgirá una recompensa… lo extraño es que en ocasiones vendrá de mano de nuestros enemigos!
Esto me recuerda también las palabras de Jesús: “Pues todo el que a sí mismo se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”. Él nos ayude a tener la actitud correcta en todo momento. Para que no queramos que nos trague la tierra o deseemos conseguir un balde y taparnos la cara.
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