Aprendo, amo y admiro a las personas piadosas, esas que aman a Dios con todo lo que son y por ello el les da el corazón para amar y servir a los demás.
Entre ellas hoy pienso y menciono sólo a algunas:
- Mi abuela paterna compartiendo la palabra de Dios y sirviendo a los tarahumaras por años en la sierra como misionera aún en sus años de vejez, abriendo un comedor y cocinando diariamente para 200 niños, fue un ejemplo para mi de prudencia en sus palabras y amor por el prójimo.
- Mi abuela materna con su tierna hospitalidad y extendiendo ayuda a los demás de alimento para el cuerpo, para el alma y el espíritu. Es un ejemplo para mi de servicio, humildad y fortaleza.
- Mi madre, quien cada día pone un estándar muy alto para mi de amor, paciencia, perdón, servicio y uso sabio del tiempo, aún en medio de las adversidades de la vida. Compartiendo su tiempo y recursos con los marginados, con aquellos que la mayoría olvida, siendo las manos y pies de Jesús en la tierra.
- Mi suegra que es un ejemplo vivo del poder del amor, del perdón, del servicio, la alegría, energía, paciencia y humildad. Ha sido maestra por más de 40 años y he aprendido mucho de ella en los últimos 10.
- Hombres y mujeres de Dios que sólo conozco en libros, por sus biografías y por lo que la historia cuenta pero que retan mi vida al máximo a hacer lo mismo por amor a Él.
- Siervos y Misioneros que han dejado su vida conocida, cómoda, "segura" por amor a Cristo y para compartir el evangelio y que puedo leer sus biografías vivientes en tiempo real, estar cerca de sus luchas y sacrificios me llena de fe y es hermoso ver lo que Dios hace con gente común y corriente cuando se dispone a ser usada por la mano del todo poderoso.
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