Él oye mi voz

Considero que orar es una de las mejores actividades de un cristiano. Cuando oro y expreso alguna necesidad mía es el único momento en que puedo tener la seguridad de que alguien está realmente escuchando y no sólo eso, sino también comprendiéndome, no sólo mostrando empatía sino acción ya que también hará algo al respecto. Cuando oro por otra persona sé que es lo mejor que puedo hacer por y para él ya que la oración va más allá de mis capacidades y conocimiento limitado y El Señor siempre obra a favor de lo mejor.

Cuando le expreso en mis oraciones que no sé que hacer o qué aconsejar a otra persona qué haga, sé que Dios sí sabe todos los detalles relacionados con la situación y no sólo eso, sino cómo resultará en lo mejor y Él se hará cargo.
Interceder por alguien es algo que todos pueden hacer y que no pueden atribuirse mérito por los resultados recibidos ya que en realidad el que hace las cosas y se lleva las palmas de principio a fin es el Señor.
Cuando recibo respuesta a una oración me lleno de alegría, agradecimiento y mi fe crece, puedo estar una vez más consiente de que a pesar de lo pequeña que soy mi Dios todo poderoso presta atención a mis palabras y actúa según su voluntad.

Para mi, orar e interceder, es el mejor de los ministerios ya que no es necesario que nadie te vea para servir, nadie se forma ideas erradas de ti, no requiere plataformas, micrófono, invitaciones, ni tienta a nadie a esperar un pago por ello. Orar es la forma más genuina de mostrar lo que llamo “interés desinteresado” porque te interesa la persona pero no tienes ningún interés personal de algo que quieras recibir de su parte.

Gracias Dios por escucharme, por responder, por actuar, por comprender. Eres el mejor compañero de plática que existe y el único todopoderoso.


Salmo 55:16-17. En cuanto a mi, a Dios clamaré: y Jehová me salvará. Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré y él oirá mi voz.

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