Mujeres adultas, mujeres jóvenes, mujeres mentoras

Hoy temprano revisaba/depuraba mensajes y me topé con este que me hizo hacer una pausa y meditar, a decir verdad creo que lo que dice me queda bastante grande y sobre todo el título, pero me anima a continuar:

¡Reyna! ¡Qué maravilloso! ¿Sabías tú que eres un tipo de "mentor" para mí? ¿Sabías que me encanta como te has dejado dirigir por Dios? ¡Me bendices en varias maneras! Veo a Cristo en ti. Te veo cargar tu cruz diariamente y ..¡me animas a hacerlo! Bendigo la forma en la que educas a Josué. ¡Disfruto tanto tu amistad!

No, a decir verdad no lo sabía, ni lo imaginaba, ser “mentor” de alguien que no fuera mi hijo es un título que no creía poseer y debo investigar más sobre qué hace un mentor… Este comentario me hizo recordar algo que comparto a continuación:

Hace muchos años (muchos, de verdad) quizá apenas comenzaba la adolescencia escuchaba mucho la pregunta de: “a quién tomas como ejemplo o admiras?” Mi lista mental rápidamente se llenó de nombres de hombres, sobre todo hombres que aman y sirven a Dios.

Al pasar el tiempo esto seguía igual. Extrañamente igual.

Platicando en ese entonces con otras amigas de mi edad, nos dimos cuenta que a todas nos pasaba algo similar. Dentro de mi deseaba tener más nombres femeninos con los cuales identificarme, de los cuales aprender, a las cuales admirar o seguir. Obviamente existen mujeres admirables de la familia, pero me preguntaba por qué no conocía a tantas mujeres qué admirar fuera de la familia. Mujeres reales, vivas, tangibles, cercanas (obvio de libros sí o personajes bíblicos). El hombre por su posición de cabeza y líder destaca, pero quería saber más de alguien como yo, quizá saber de su mujer, de su madre, sus hermanas.

El pasaje de Tito sonaba en mi mente: "Que las mayores enseñen a las menores..." y me preguntaba..."y a mi quién me enseña?" (mi mamá lo ha hecho claro está...pero acaso no habría otras figuras femeninas visibles?). Lo que sabíamos de mujeres en lugares públicos o prominentes no era muy digno de admiración. Esas amigas y yo nos propusimos al crecer ser ese tipo de mujeres. Mujeres valientes, esforzadas, ejemplares (me pregunto si ellas recordarán eso…algunas al parecer lo han olvidado momentáneamente, otras creo que sí lo han están siendo y de una manera admirable para mi!, otras seguimos intentamos serlo).

El tiempo ha pasado y gracias a Dios eso ha cambiado!, yei! ya tengo nombres de varias mujeres en mi lista!, de hecho la mayoría no tiene la menor idea de que la tomo como ejemplo y que aprendo de ella en silencio (quizá sería bueno decirles…).

Tito 2:3-5.- Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien; que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada -.

Aún no soy anciana, ni tu, pero lo seremos.

No somos ancianas pero hay más pequeñas que en silencio nos ven, nos observan.

Somos responsables de un trabajo, una misión, tenemos una hermosa responsabilidad de vivir lo mejor que podamos, de representar dignamente a nuestro padre y su palabra.

Podemos ayudar a la siguiente generación.

Sí, las cosas que valen la pena implican esfuerzo, trabajo, determinación, empeño, a veces te cansas, sí, hay un peso qué cargar, pero eso y más vale la pena por los resultados. Su yugo es fácil y ligera Su carga.

Al leerte puedo recordar y ver una vez más que en realidad todo ello vale la pena.

Gracias por hacerme recordar todo esto y mucho más. No soy muy mayor que tu, pero me alegra te sirva en alguna manera las experiencias que ya he vivido. Recuerda que para alguien más y seguramente sin saberlo tu también eres una bendición. Disfruta, vive y representa dignamente a tu Padre y Su Palabra.