Cuando te vistes de Él obtienes Su favor, cuando te presentas adecuadamente cualquier petición puede ser respondida.
Llegado el momento adecuado Esther se vistió de sus vestiduras reales, cubriéndose así de “El Rey”, obviamente él se mostró complacido e identificado con ella y le extendió el cetro de oro que tenía en la mano, mostrándole así su aprobación.
Amán por su parte en lugar de disfrutar su relación con el Rey, tenía una personalidad insatisfecha, siempre estaba avariciando más, sin contentamiento, culpando a los demás (en este caso a Mardoqueo) por su inconformidad. Dejó que la ira lo dominara y comenzó a escuchar consejos absurdos, también llenos de odio y venganza. Como si cambiando el exterior cambiara el interior.
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