Día 14. La gratitud de un fugitivo

Salmos 56
1Ten piedad de mí, oh Dios, porque el hombre me ha pisoteado; me oprime combatiéndome todo el día.
2Mis enemigos me han pisoteado todo el día, porque muchos son los que con soberbia pelean contra mí.
3 El día en que temo, yo en ti confío.
4 En Dios, cuya palabra alabo, en Dios he confiado, no temeré. ¿Qué puede hacerme el hombre?
5 Todo el día pervierten mis palabras; todos sus pensamientos contra mí son para mal.
6Atacan, se esconden, espían mis pasos, como esperando para quitarme la vida.
7Por causa de la iniquidad, arrójalos, en tu ira humilla a los pueblos, oh Dios.
8Tú has tomado en cuenta mi vida errante; pon mis lágrimas en tu redoma; ¿acaso no están en tu libro?
9Entonces mis enemigos retrocederán el día en que yo te invoque. Esto sé: que Dios está a favor mío.
10En Dios, cuya palabra alabo, en el SEÑOR, cuya palabra honro;
11 en Dios he confiado, no temeré. ¿Qué puede hacerme el hombre?
12Están sobre mí, oh Dios, los votos que te hice; ofrendas de acción de gracias te ofreceré.
13Pues tú has librado mi alma de la muerte, y mis pies de tropiezo, para que yo pueda andar delante de Dios en la luz de la vida.

El salmo 56 es un himno de alabanza y confianza, de adoración y gratitud. Sin embargo, este fue escrito en circunstancias muy lejos de ser ideales. David huía del rey Saúl, y cuando fue encontrado y atrapado por los filisteos en la ciudad de Gat, fingió estar loco para evitar que lo arrestaran.

En medio de esta intensa y tenebrosa adversidad, se sometió a la protección del Señor, y encontró la forma de decir: “El día en que temo, yo en Ti confío… ¿qué puede hacerme el hombre?” (v. 3-4). El no negó la realidad de lo que le estaba sucediendo, pero encontró una razón para ser agradecido aun en medio de su peor aflicción. Quizás hoy te resulte difícil encontrar razones por las cuales dar gracias. Mira por encima de tus circunstancias, más allá de tus miedos, y pídele a Dios que te muestre lo que Él está haciendo en medio de ellas.

Vuelve a mirar tu lista de bendiciones y beneficios, y agrega cualquier cosa que te viene a la mente. Enfócate en las que te dan mayor consuelo en medio de las crisis.

Salmos 56
1Ten piedad de mí, oh Dios, porque el hombre me ha pisoteado; me oprime combatiéndome todo el día.
2Mis enemigos me han pisoteado todo el día, porque muchos son los que con soberbia pelean contra mí.
3 El día en que temo, yo en ti confío.
4 En Dios, cuya palabra alabo, en Dios he confiado, no temeré. ¿Qué puede hacerme el hombre?
5 Todo el día pervierten mis palabras; todos sus pensamientos contra mí son para mal.
6Atacan, se esconden, espían mis pasos, como esperando para quitarme la vida.
7Por causa de la iniquidad, arrójalos, en tu ira humilla a los pueblos, oh Dios.
8Tú has tomado en cuenta mi vida errante; pon mis lágrimas en tu redoma; ¿acaso no están en tu libro?
9Entonces mis enemigos retrocederán el día en que yo te invoque. Esto sé: que Dios está a favor mío.
10En Dios, cuya palabra alabo, en el SEÑOR, cuya palabra honro;
11 en Dios he confiado, no temeré. ¿Qué puede hacerme el hombre?
12Están sobre mí, oh Dios, los votos que te hice; ofrendas de acción de gracias te ofreceré.
13Pues tú has librado mi alma de la muerte, y mis pies de tropiezo, para que yo pueda andar delante de Dios en la luz de la vida.

El salmo 56 es un himno de alabanza y confianza, de adoración y gratitud. Sin embargo, este fue escrito en circunstancias muy lejos de ser ideales. David huía del rey Saúl, y cuando fue encontrado y atrapado por los filisteos en la ciudad de Gat, fingió estar loco para evitar que lo arrestaran.

En medio de esta intensa y tenebrosa adversidad, se sometió a la protección del Señor, y encontró la forma de decir: “El día en que temo, yo en Ti confío… ¿qué puede hacerme el hombre?” (v. 3-4). El no negó la realidad de lo que le estaba sucediendo, pero encontró una razón para ser agradecido aun en medio de su peor aflicción. Quizás hoy te resulte difícil encontrar razones por las cuales dar gracias. Mira por encima de tus circunstancias, más allá de tus miedos, y pídele a Dios que te muestre lo que Él está haciendo en medio de ellas.

Vuelve a mirar tu lista de bendiciones y beneficios, y agrega cualquier cosa que te viene a la mente. Enfócate en las que te dan mayor consuelo en medio de las crisis.

© Por: Nancy Leigh DeMoss. ReviveOurHearts-AvivaNuestrosCorazones.com. Adaptado por: Reyna Orozco Meraz.

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