Es más fácil escribir sobre el dolor cuando ya ha terminado. Cuando solo es un recuerdo distante, y la herida ya cicatrizó. Cuando parece una historia lejana y ya disfrutas tu «tan añorado final feliz». Pero, ¿cómo mantener la esperanza cuando se está en medio de la aflicción? ¿Cómo seguir adelante cuando todo duele tanto? ¿Cómo enfrentar otro día cuando prefirieres ya no vivir? ¡Confiando en Cristo! Es la única manera. Es en medio del dolor cuando debemos retener la fe y la esperanza, pues es cuando más se necesita. Justo ahí estoy, ¿Y tú?
Abraza las verdades de la Palabra de Dios
No le deseo a nadie visitar ese pozo frío, lleno de confusión, desilusiones, pérdidas, escasez, lágrimas, enfermedad, confusión y soledad... ¿Por qué permite Dios que pasemos por pruebas tan intensas y que seamos asfixiados por situaciones que sentimos no podremos superar?
¿Por qué te abates, alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios, pues he de alabarle otra vez por la salvación de su presencia. Salmo 42:5 LBLA.
Se dice que si no has experimentado circunstancias difíciles, sólo sigas viviendo. En este mundo caído, seguramente tú o alguien que amas se encuentra sufriendo hoy. Esto es lo que puedes hacer: Prepararte. Abraza las verdades eternas de la Palabra de Dios, quien sostendrá tu vida cuando sientas que tienes rota cada parte de tu cuerpo, alma o corazón. Anima a tu alma a esperar, alabar y confiar en Él.
Sabes de lo que hablo si ya has llorado en ese solitario y oscuro lugar, donde piensas que el sufrimiento jamás se irá. Hay pronósticos que no son fáciles de digerir. Una espiral de dolor físico que lleva al dolor emocional, y dolor emocional que te lleva al dolor físico. Cuando te preguntas, ¿acaso así será cada día de mi vida a partir de hoy? Sólo sigue viviendo. Aún cuando el fuego apremie, recuerda Su bondad.
Descansa en la soberanía de Dios
Pudieras preguntarte: «¿Cómo permanecer en pie cuando acaban de sepultar a mi ser querido? ¿Cómo mantener la calma cuando fui desalojado de casa y no sé si mi familia comerá hoy? ¿Cómo concebir que los malos parecen conseguir todo sin dificultad y yo no... aunque me he esforzado hasta agotar mis fuerzas y recursos? ¿Qué hacer cuando me acabo de dar cuenta que mi pareja me ha sido infiel? ¿Cómo reaccionar cuando mis hijos han cometido algo vergonzoso e inmencionable? ¿Cómo volver a confiar cuando me han traicionado y cuando los que se supone que deben amarme, me desprecian? ¿Qué hacer cuando mis anhelos son insatisfechos?, ¿cuando deseo tanto tener un hijo y la cuna permanece vacía?, ¿cuando quisiera casarme y sigo soltera? ¿Cómo pensar en el futuro cuando el pronóstico de mi enfermedad es permanente, terminal?»
En la vida, muchas respuestas a nuestras preguntas quedarán sin resolver. Muchos asuntos permanecerán como un misterio. Es por eso que si hoy te preguntas: ¿por qué? Es momento de recordar que puedes descansar en la soberanía de Dios. Sigue confiando.
No digo esto desde mi «lugar cómodo y feliz» Escribo estas palabras desde el horno que me tocó visitar y con lágrimas en los ojos. El dolor en mi cuerpo aún no pasa, si bien, sólo Dios sabe si terminará. Cuando siento el intenso calor de la prueba quemarme, recuerdo este versículo en Daniel 3:17
«Ciertamente nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiente; y de tu mano, oh rey, nos librará. Pero si no lo hace, has de saber, oh rey, que no serviremos a tus dioses ni adoraremos la estatua de oro que has levantado.»
Esas fueron las valientes y sabias palabras de Sadrac, Mesac y Abed-nego cuando el Rey Nabucodonosor se llenó de furor, y demudó su semblante contra ellos. Quiero ese tipo de fe. Aún si Él no respondiera como yo quisiera. Que Él me llene de esperanza cuando mi corazón esté triste y cuando el pronóstico terrenal es de un dolor que no se irá de este cuerpo mortal. Su gran misericordia y bondad sigue siendo suficiente para sostener mi vida en medio del dolor.
para que la prueba de vuestra fe, más preciosa que el oro que perece, aunque probado por fuego, sea hallada que resulta en alabanza, gloria y honor en la revelación de Jesucristo. 1 Pedro 1:7 LBLA
Anhelo permanecer fiel, que esa esperanza eterna me haga permanecer con los ojos puestos en Jesús y en la meta: una eternidad con Él. Él es más que un refugio y consuelo en la aflicción, Él lo es todo. Corramos a Sus poderosos brazos de amor, no hay otros que nos puedan sostener. La vida continuará con todo tipo de aflicciones imposibles de evitar, pero Dios es suficiente para acompañarnos en medio de todo.
Continuaremos enfrentando tormentas y pruebas, pudiéramos perderlo todo, pero nunca Su amor eterno, ¡nada ni nadie nos lo quitará!*. En Cristo, lo que define nuestra vida no puede ser arrebatado por ningún tipo de dolor o circunstancia. Su gracia es la que nos sostiene cuando nada parece tener sentido (según nuestra lógica tan limitada). Te invito a que al sufrir, abraces la esperanza en Cristo y descanses al recordar que nuestra vida está bajo Su tierno cuidado y bondadoso control.
¿Cómo ves a Dios obrando en medio de las circunstancias dolorosas? Aquí te comparto algunas recomendaciones para llevar estas verdades a la práctica:
- Escribe una lista de versículos bíblicos que puedas recordar durante la prueba.
- Habla con una persona madura que pueda apoyarte en este proceso.
- Si no eres tú quien sufre hoy, ¿conoces a alguien que esté sufriendo? Agenda al menos 3 maneras prácticas en las cuales le puedes ayudar (además de orar) o mejor aún: contáctala y pregúntale qué necesita y cómo puedes acompañarle en su dolor.