Cuando tienes ganas de llorar

Hace mucho no me pasaba…llorar tanto, de repente, sin circunstancias previas simplemente como cataratas a las cuales no puedes detener.

Precisamente en “Noche buena” yo llorando como magdalena.

Luego de un precioso tiempo en familia y todo un día lindo que pasamos con mis suegros y luego con mis papás…llegamos a casa.

Después de acostar a los niños y estar en la cama, R pensé ya estaba dormido estallé en llanto.

Todo comenzó porque sentí mi corazón desvariar (literal) un tipo de arritmia en la cual sientes que el corazón se detiene por segundos y luego continúa normal, luego sientes literal su movimiento (como si temblara o quisiera acomodarse en tu pecho) y luego continúa normal…latiendo. No es común que “sientas” tu corazón, lo decimos de una manera figurada y linda pero no lo decimos como algo literal…yo lo sentí literal. No es la primera vez.

Y luego comencé a pensar…¿qué pasaría con mi familia si yo muriera? con R…con los niños?, ¿cómo lo tomaría JR? y ¿RG me recordaría? ¿los planes del HS y todo lo demás? Una extraña sensación de que vas a morir y pronto (absurdo, lo sé, nadie sabe el día ni la hora…pero así lo sentía, demasiado real, demasiado cerca del final)

Y entonces estallé. Era como un desplome quizá…por el cansancio y la falta de sueño pero de cuando en cuando es bueno llorar y limpiar el alma.

Descargarnos por completo ante los pies de la cruz y saber que no hay nada, NADA que se salga del plan perfecto y maravilloso de Dios para cada vida.

Sobra decir que oré, que medité, que le dije hasta altas horas de la noche y madrugada…casi mañana cosas a mi Señor, él es mi dueño y tiene mis días contados.

Desperté sin querer a R y también lloré y hablé con él otro rato, me asombra siempre su paciencia y calidez también su confianza plena y no planeada o pensada…como de niño, en minutos estaba dormido de nuevo…eso fue lindo y creo que quizá fue lo que me hizo también quedarme dormida.

Ahora tengo los ojos exageradamente hinchados, pero ¿qué más da? es parte del vivir y del saberme aún en este cuerpo mortal. Mientras estemos en este cuerpo humano habrá dolor, fallas, cambios, pero todo esto es temporal.

Lo bueno lo tenemos cada día y mejor está por venir.

 

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