"¡Me caes mal!"
"¡No me gustas!"
"¡Te odio!"
Estas son palabras que a ningún padre/madre le gusta escuchar… supongo. Sobre todo la 3ra frase se me hace muy fuerte, porque generalmente los padres aman…y esto es sencillamente antagónico.
Un "¡Me gustaría que no fueras mi madre/padre!" o peor aún "¡Me gustaría tener otro padre/madre!" pueden retumbar por mucho tiempo en el corazón y la mente de un padre o una madre que lo escuchan.
He escuchado varias ocasiones estas “letanías” salir de la boca de niños de 10-11 años y de jovencitos en parques y supermercados, me parte el corazón y me hace imaginar que nadie estamos inmunes a vivir una experiencia similar y pienso … “si esto es en un lugar “público” qué será en su casa…a puerta cerrada?!.
Los adolescentes con el cambio de hormonas, cambio de ánimo latente y frustraciones personales que ante tantos cambios pueden ser una tensión que ni siquiera se imaginan cómo pueden manejar y explotan en rabia y decepción.
Obviamente como papás no planeamos o soñamos o anhelamos este tipo de roces…deseamos UNA BUENA RELACIÓN con nuestros hijos, aunque muchas veces no se sepamos con exactitud cómo conseguir una relación saludable o buena.
Comparar la relación de otros padres con sus hijos muchas veces no ayuda, pues sólo les vemos en ocasiones y en circunstancias placenteras. Compararse muchas veces trae mucho más frustración y vergüenza ya que “todo” parecen tener excelentes relaciones, sus hijos parecen tan lindos, dóciles, sensatos,entendidos, obedientes y respetuosos.
Recuerdo una tarde cuando una mujer que en edad podría haber sido mi madre compartía la tarde conmigo y mientras tomaba un calientito te que le ofrecí me miró a los ojos mientras me contaba experiencias que estaba sufriendo con sus hijos y sus ojos se llenaban de lágrimas cuando con desesperación me veía y se preguntaba….
“Sencillamente no comprendo, no sé que pude haber hecho tan mal. Por qué a todas les va bien con sus hijos y a mi todo me sale mal”
Sinceramente yo lo único que pensaba era: “¿Qué es lo que tengo y no tengo que hacer para en unos años no estar así, llorando de culpabilidad, decepción…frustración… mi realidad con niños pequeños y no jóvenes es MUY diferente ¿cómo llegó ella ahí? ¿en qué momento pasó?”
¿Cómo podemos disminuir la tensión y desarrollar formas saludables de relacionarnos con nuestros hijos?
La mayoría de los padres y madres desean ser un gran amigo(a) para sus pequeños y en el camino se deja de lado que NUESTRA PRIMERA PRIORIDAD es la de ser PADRES, no amigos. Amigos podrán encontrar en todas partes, pero padres solo podremos ser nosotros. Y generalmente ese es el problema.
Nuestro trato, enseñanzas, instrucción, disciplina y sobre todo EJEMPLO deber ser firme y consistente, nuestro amor generoso, constante e incondicional. Nunca es demasiado temprano para enseñar y practicar el respeto los unos a los otros, cuanto más de padres a hijos y de hijos a los padres.
La idea/imagen que tengan nuestros niños pequeños sobre nosotros ahora no será tan importante como lo será dentro de 10, 15 o 20 años. Todos somos “super héroes” y “cuando nuestros hijos tienen menos de 7 años (me consta porque estoy aún en esa etapa y hoy por la mañana mi hijo me abrazo y besó y me repitió sinceramente “mami eres la mejor mamá del mundo y la mejor maestra del mundo”. Es un niño…lo amo y quisiera que crezca con una imagen real de mi, un día lo decepcionaré, un día descubrirá que sencillamente no soy “la mejor” maestra o mamá, pero si aún así me ama y cree que fue una bendición haber sido mi hijo, entonces sabré que todo esfuerzo valió la pena para cuidar nuestra relación.
Necesitamos invertir tiempo en nuestros hijos. Como en cualquier otra relación es importante compartir experiencias, aventuras, intereses que nutrirán y fortalecerán los lazos fuertemente. Los lazos afectivos, recuerdos, palabras compartidas, cariño y confianza desarrollada en sus tiernos años ayudará a mantener la relación saludable o “a flote” a través de los tiempos inevitables de la tensión, tormenta, crecimiento, ajustes e inevitables cambios.
Aún los que piensan que tuvieron una relación MA-RA-VI-LLO-SA con sus hijos durante la infancia han experimentado momentos complicados o difíciles en su relación durante la adolescencia…qué decir de lo caótico que resulta cuando esa relación no se ha dado.
Cuando los problemas arrecian, las palabras hirientes lastimas y se piense que “todo se derrumbó…ya nada tiene remedio” creo que aún hay esperanza, podemos tomar el consejo bíblico y ser
LENTOS PARA LA IRA, EL CORAJE, LAS PELEAS, LAS DISCUSIONES….Y
RÁPIDOS PARA PERDONAR, ESCUCHAR, COMPRENDER, PEDIR PERDÓN.
Quizá el PEDIR PERDÓN sea el paso inicial para sanar las heridas y poner inicio a una nueva relación.
Debes verlas cosas en perspectiva y tener presente que muchos adolescentes viven etapas en las que no se gustan ni a sí mismos, menos las demás personas incluyendo a sus familias. Lo que más necesitarán entonces será
- Un recordatorio constante de que lo que están viviendo/sintiendo no durará por siempre
- Amor, amor, amor. Respeto, respeto, respeto.
- Luego e la tormenta viene la calma y en ocasiones hasta un hermoso arcoíris.
- Reafirma tu amor con palabras y ejemplos concretos de sus áreas fuertes, lo que ustedes y las demás personas disfrutan de él/ella.
- Oraciones constantes, abrazos, besos (sí! aunque se pongan rejegos…y no, por favor no lo avergüences con esto en público, no lo necesita, ni tu su reacción)
Dios es fiel y bueno, si él nos dio la bendición y privilegio de ser padres nos proveerá de la sabiduría y paciencia que necesitamos, incluso en los baches y momentos complicados de la vida.
Él guardará y guiará tu hogar si realmente quieres, pides y recibes la gracia que Él provee para vivir.
Un artículo por Lucy Reyna en @Reynalandia, si fue de tu interés y utilidad asegúrate de seguir más de sus contenidos en: Twitter, Facebook, Pinterest y Google+.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Puedes enviar tus comentarios a mi email