Este día no creo que se me vaya a olvidar. Me dolía el estómago e iba a ir a pensiones. Tenía una clase y quería mejorarme para no faltar. El dolor se fue incrementando el dolor hasta que no podía ya. Después de llamar a mi mami para que se enterara y no se preocupara me dijo: “No te muevas de ahí (todavía no me iba de la casa al tec), yo voy contigo”.
Ya en urgencias todo parecía tan lento, sólo recuerdo mucho dolor y que oraba que Dios me ayudara a resistir. Me inyectaron algo para el dolor pero no sentía cambio alguno. Parada era lo mejor, pero me sentía débil y sentada o acostada sentía apretado. Me apoyaba en una camilla parada. El tiempo pasaba TAN lento, de urgencias a observación y luego en una ambulancia al Hospital Clínica del Parque (HCP). En la ambulancia le di instrucciones a mi mamá de unos discos para mis equipos, para no dejarlos “tirados” con trabajos.
No sabía qué pasaba, escuchaba entre voces cortadas sus diagnósticos: será la vesícula? Será … será… como si fueran adivinanzas.
No podía caminar, todo el tiempo me movieron en silla de ruedas. Nunca voy a olvidar esa noche. Para mi fue algo bien real, estoy segura que me iba a morir. No tenía miedo.
Al principio sí quería y se me hizo muy buena idea, pero luego pensando supe que era lo más fácil. Quería ver a mis papás y hermano, como quizá para despedirme. Pensaba si tenía que hacer algo más aquí y que si así era que me ayudara pedía a Dios, eran muchos y todavía necesitaban escuchar de su amor.
Sólo entonces pedía Dios que hiciera lo que quisiera, que me ayudara a lograrlo. Después de todo lo que ahí pasé y nadie siquiera imagina me pasaron de urgencia a cirugía. Recuerdo que el dolor era tal que casi ya ni sentía (suena contradictorio no?, pero así era) y algo me decía que algo en mi andaba muy mal. Me acuerdo que por dentro oraba: si es algo de mi aparato reproductor Señor: “cuida a mis chiquitos” y antes que me anestesiaran puse mi mano sobre el abdomen y lo dije en voz alta. Claro que no son bebitos todavía, pero son los potenciales!. Estoy segura que si no hubiera hecho eso quizá si hubiera perdido todo mi ovario.
Luego durante esos minutos o quizá horas sentí tanto frío, un frío horrendo. No recuerdo mucho el orden en como sucedieron las cosas pero de repente mi mamá junto a mi recuerdo el frío y viendo en negativo, luego gris, luego no viendo nada, le decía no te veo, la seguía escuchando y luego ni la vi ni la escuché pero respiraba y no recuerdo ya nada más.
Oh! también cuando estaba en la sala de operaciones, de repente sentí como muy sola, muy muy sola, pero en ese momento sentí que me daban la mano, bien calientita y me apretaba, eso fue algo muy bonito pues me llenó de paz aunque nunca vi quien era, quizá fue una enfermera o el doctor, pero Dios estuvo conmigo ahí.
Gracias a Dios desperté bien de la anestesia. Ya todo pasó, perece un sueño. Estos días he despertado y pienso que nada ha pasado. Increíble pero sigo aquí.