Imagina lo que vi.
Una mujer bastante mayor de edad, arrugada y delgada. Su sonrisa era radiante y se distinguía entre sus ojos ya opacos por la edad, sus canas y su gastada voz. Todo se volvió a iluminar en ella cuando recibió una flor, un halago y un beso en la mejilla.
Ha cambiado? sí. Ha pasado el tiempo? también.
Cuando me vez quizá también puedas ver una mujer mayor, ama de casa, con 1 preescolar de 4 años y una bebé de 1 año y medio. He crecido, he aprendido, he madurado. Me falta mucho, lo sé.
Si te das el tiempo y te asomaras por dentro de las personas te darías cuenta que su esencia sigue viviendo allí.
Si pudieras ver por dentro verías que sigo siendo yo. A esa a la que le parece extraño que le hablen de usted. Entre los quehaceres diarios sigue viviendo esa niña con sueños e ilusiones, sí esa a la que le encantan los colores, y que puede pasar horas junto a sus libros y dibujos, soñando, creando. Esa que cree que el mundo es un buen lugar y que cada persona es hermosa y tiene mucho para dar. Esa que sabe que Dios la escucha y que espera cada día escucharle.
No sé que se vea por fuera, pero por dentro las personas viven, sienten, creen, esperan, aman.
Quiero que mis ojos no me limiten para ver. Y que los de los demás tampoco los limiten para verme.
Por dentro, todos vivimos y nos vemos bien.
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